miércoles, 26 de junio de 2013

Ángeles y Demonios. I

La batalla entre ángeles y demonios se lleva celebrando durante siglos. Los enviados luchan contra los exiliados en una batalla donde no hay sangre. Se disputan la balanza del mundo; aquel sagrado objeto que estabiliza el bien y el mal. Nadie sabe quién creó este artefacto o como funciona.  Todos se hacen la misma pregunta, ¿ quién es capaz de judgar estos valores?
Están enfrentados en una batalla que nada ni nadie ha comenzado; un batalla que no tiene ni principio ni fin. Es cruel pensar que quizá fueron creados simplemente para llevar a cabo este armado debate.
Aquel hombre tenía una mirada penetrante, afilada y exánime. Sus ojos eran totalmente negros, ni si quiera se podía distinguir la esclerótica. Su cuerpo era espiritado pero a la vez fornido.  Su mirada traspasaba el cuerpo de aquella blanca joven, semejaba observar otro mundo, quizá con deseo de ser llevado a él.
Su mano derecha semejaba acariciar las cuerdas de una lira, pero retornando a la realidad eran la cuerda de un arco. Apuntaba al corazón del ángel el cual lloraba. A pesar de ser una escena trágica, la mujer sonreía con una tímida sonrisa. Su blanco cabello descendía por su cabeza hasta posarse sobre sus hombros.
Poseía unos ojos azules profundos y finos. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas, mas su rostro no reflejaba tristeza.

-¿Por qué sonríes?
-¿Por qué no debería? Bien sabes que no eres capaz de hacerme llorar -dijo mientras entrelazaba sus manos por delante de su torso.
Él,soltó la cuerda y la flecha acarició el aire hasta llegar al pecho de la joven y la atravesó como si tratase de un cuerpo inmaterial y efímero, la flecha la traspasó.

-Ningún arma empuñada por tu mano puede dañarme, mas una sola palabra tuya podría hacerme una herida que jamás sanaría. 

Dejó el arco en el suelo, fue corriendo hasta el ángel y la besó. Sus labios se fundieron en una mezcla de amor y lágrimas. Sus alas se entrelazaban creando un retrato heterogéneo. Eran totalmente contrarios; ella iradiaba luz y perfección, en cambio, él semejaba un fiero guerrero diabólico. 
Opuestos bandos, valores, destino y en cambio un sentimiento mutuo: el amor.
El demonio cogió una de las flechas de su carcaj y la clavó en el corazón de ella.

-Yo te libraré de este triste destino que te espera. Yo seré tu salvador - dijo con lágrimas en los ojos.

Colocó el cuerpo de la joven sobre el suelo y esperó hasta que notó como una espada golpeaba su cuello.
Su cuerpo calló sobre el del ángel. 
Que injusta es la balanza del bien y el mal. ¿Quién será el Destino? 
Todavía recuerdo la sonrisa de aquellos dos enamoraros que fueron más felices muertos que cargando con su destino.


miércoles, 19 de junio de 2013

El vacío del mármol

El día era muy soleado, llegando al límite que podía notar como mi piel se resentía ante este acontecimiento.
A las flores no parecía agradarles tanta luz, las pobres se estaban secando.
Me encontraba bajo la sombra de un cedro contemplando con fiero rostro las tumbas de los que un día vivieron.
Me estremecía pensar que los insectos estaban devorando los cuerpos de las personas que han nacido. Era aterradora la sensación de estar muerto. Reinaba el silencio y algún que otro sollozo, sin percatarme, al poco tiempo mi rostro estaba bañado en lágrimas.
Contemplaba el mármol lleno de telarañas y de color grisáceo debido a la suciedad y el tiempo. Maldecí  aquellas personas que se olvidan sus seres queridos  cuando mueren.

Un joven de no más de 16 años pasó caminando por mi lado mientras reía abiertamente.
<<Pobre zagal, la locura ha invadido su corazón>>

-Joven, sé que es duro perder un ser querido a tu edad, pero por respeto, no debes mostrar tanta alegría en un lugar santo.
-No río por pérdida, si no  porque he ganado a la Muerte-
-¿Cómo?
-Vosotros llegáis a este lugar y lloráis, demostrándole a la Muerte  que esas personas ya no viven. Sinceramente discrepo con este comportamiento. ¿Sabes qué ocurre cuando abres una tumba? Encontrarás huesos y cenizas. ¿Acaso las personas somos cuerpos vacíos?  Yo recuerdo a mi hermano por sus buenos actos, sus ideales, sus sueños, todos sus actos, sus sentimientos y qué significa para mí. Aunque  hubiera tenido un cuerpo totalmente diferente, seguiría siendo él; porque eso somos las personas.  Puedo afirmar que mi hermano no está en este triste lugar, s no, en la felicidad de mi corazón. Por eso reía, no pretendía ofenderte. Lo siento, pero me gusta venir aquí para recordar esto, ya que a veces lo olvido.

Simplemente me dejó anonadado, su razonamiento fue tan coherente y preciso que revolcó todos mis sentidos. ¿Estaba llorando por cuerpos vacíos? ¿Por qué estaba triste? Ese joven paseaba recordando todo lo que las personas son, recuerdos, actos e ideales; mientras los demás nos hundimos en la muerte demostrándole que esas personas yacen muertas y olvidadas. Me levanté y fui corriendo hasta alcanzarlo.

-Caminemos recordando aquellos buenos momentos y sonrisas.

Pasé el resto del día acompañado del joven caminante recordando nuestros antepasados con una sonrisa.
Ese día vencí a la Muerte y esto cambió mi percepción de la vida.
No estés triste por las telarañas del vacío mármol. Teje en tu corazón una red que no deje escapar aquellos buenos momentos que pasaste con las personas que nunca mueren, pues las personas no somos un cuerpo, y los sueños nunca mueren.

Cuando yo muera II

Cuando yo muera guardad mi cuerpo,
que permanezca en vuestro corazón
y mis cenizas se fundan con el mar.

Cuando yo muera que las estrellas iluminen mi rostro
y éste refleje la felicidad que un día tuve.
No me recordéis por mi muerte, hacedlo por mi vida
pues nunca moriré y falsos serán los recuerdos.

Cuando yo muera reiros de la Muerte,
por haberla engañado con una finta de sonrisas.

Cuando yo muera que sea solo,
pues nací llorando en compañía
y moriré solo, con una sonrisa.

Cuando yo muera será porque lo di todo
por alcanzar mis sueños y ser mejor,
por alcanzar la Muerte
y sonreír en su rostro, le ganaré.

Cuando yo muera que mis carcajadas vivan,
las llevará el viento hasta los oídos de tristeza.

Cuando yo muera que mis sueños hayan sido cumplidos,
mi cuerpo se deshaga en cenizas,
que nadie llore por mi muerte
pues recordad, los sueños nunca mueren.

Cuando yo muera no seré vacío mármol,
guardad cada parte de mi cuerpo en vuestro corazón.
Que las telarañas retengan vuestros recuerdos.

Cuando yo muera, vive por mí y por mis sueños.

miércoles, 12 de junio de 2013

Mi juicio será

Llegará el día donde ánima prenda
por la llama de un sol oscuro.
Con una guadaña en mano 
y una balanza en su pecho,
judgará nuestra efímera existencia
mientras ríe, si no llora.

Mi vida danza en sus inexistentes pupilas
mientras cuerpo arde mi inmolada alma.
Mi juicio será o es; mi juicio es y será.
No sentencia mi vida, sino el camino recorrido;
su criterio: la maldad residente en un corazón
podrido, muerto, descuartizado y devorado 
por el tiempo que no fluye, mata.

Mi único equipaje es el pecado cometido,
que no es poco; y corroe mis huesos
de los cuales carezco.
Me declaro culpable ante su sonrisa
la cual desprende mis secretos y males.
Mi sangre perfila su filo,
mi sentencia ha sido sellada.

Me despierto sobresaltado y acto seguido palpo todas las partes de mi cuerpo. Mi corazón late rápidamente y mi cuerpo desprende calor. Sin duda, estoy vivo.
Me invade el miedo y mi rostro se vuelve pálido. Pienso en la muerte y su juicio. Ella conoce todos mis secretos y pecados; pero no es la única. Soy yo el dueño de mis actos y mi vida, me conozco mejor que nadie y soy capaz de judgarme a mí mismo.
Mi juicio es, mi juicio será.
Recojo mi equipaje y prosigo mi camino.

Mejor que el silencio

Cállate , cansado del sufrimiento de ver como tus labios rozan la perfección y describen formas en el aire. Cuan bella eres, llegando al límite que tu belleza me redime. ¡Cállate! No quiero escuchar las vacías palabras de la flor que no podré besar. Aléjate de mi, me estás haciendo daño, no es tu culpa si no mi sino, por mirar a los ojos a Medusa y pretender huir de su encanto. Sin darme cuenta tu silencio ha invadido mi corazón estaño, pues es la música que mis oídos necesitan escuchar. Tú que has conseguido alcanzar la perfección del silencio con tu sola presencia.
Cállate y deja de infravalorarte, cada línea de este escrito está dedicada a ti, así que no hables, solamente permanece en silencio y mírame. Eres como esa caja de música que emite una bella melodía; al abrirla descubres una princesa que llora. Seré el único  que logra ver sus lágrimas, pues los demás solo perciben esa dulce canción. Dichoso soy por ver el sollozo esa diosa y a la vez me duele no ser el motivo de esas lágrimas; mas nunca he visto tanta ternura en un rostro.
Cállate, piensa que tu llanto me humilla, prefiero verte sonreír en silencio por una felicidad que no puedo compartir. Que mi destino sea hacerte feliz y muera al verte sonreír.  Esa perfección que emites al hablar no es digna de ser deleitada por todos.
Verte reír me hace feliz más cállate o sellaré tus labios con los míos, pues tú eres mejor el silencio.
Cállate y que tus palabras salgan de mi mente, tu silencio me mata.

martes, 4 de junio de 2013

Mi despedida

Mi despedida

Cuando yo muera, que el cielo llore.
Cantará el viento en mi oscuro templo
una balada de siseos y canto de muerte

Cuando yo muera, que el tiempo se pare
y congele mis más preciados recuerdos.

Cuando yo muera, que mi enemigo sonría,
lágrimas no resbalen sobre mi rostro de mármol.
Izad la bandera por la falsa victoria
pues mi aliento la ondea, vuestra pena la alza.

Cuando yo muera que mi alma viva
y esculpa descanso en aquel que me odió.
Que plante un cedro en el corazón
y nunca deje de crecer.

Cuando yo muera, que no me regalen flores,
pues levantaré de mi negra cuna
y un pétalo para cada acompañante;
cuidadlo, nunca marchitará.

Cuando yo muera, que nadie me juzgue
pues la misma Muerte ya habrá dictado sentencia.
Seré liberado ,por Libertad, de mis malos actos...
Pecados que cometí siendo un ser del mal.

Cuando yo muera, que nadie se entere;
efímera ha sido mi existencia,
no soy merecedor de tal placentero castigo.

Cuando yo muera que el mar enfurezca
su ira me llene los pulmones y grite.
Alzaré la voz por la injusticia de mi muerte,
sollozaré lágrimas que nunca liberaron mis ojos.

Cuando yo muera que mi corazón lo asimile,
deje de bombear sueños y descanse.

Cuando yo muera, que otro siga mi camino,
cumpla mis sueños y corrija mis errores.
Que la ilusión brote de sus ojos,
que sus ojos broten de la ilusión.

Cuando yo muera que mi vida acabe.
Resuelta quedará la trama y el camino.

Cuando yo muera las estrellas no brillarán en mis pupilas,
no sentiré el tacto de las nubes,
mis ideas residirán en el olvido,
sus labios no me amarán.

Cuando yo muera que ella ame,
que lea mis versos y llore
lágrimas de un lejano recuerdo.

Cuando yo muera que apacigüen su llanto con un beso.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Seres del mal

Sientes el frío acero de las balas en tu mano. Jugueteas con ellas, sientes la textura, notas como esa sensación de poder te recorre las venas. En tu mano derecha sostienes ese fabuloso revólver; un gatillo que puede deshacerte de los males en cuestión de milésimas de segundos. A doscientos cincuenta metros es capaz de viajar tu liberación.
Coloca una a una las balas en el tambor mientras reflexionas. ¿Qué vida tomarás por mejorar la tuya? Esta pregunta te invade los pensamientos y una sensación de placer perfila tus labios. Sonríe, hoy es el día en el que todos los que un día te hicieron llorar lo paguen con su propia vida. Juguemos a ser Dios y vamos a valorar quien merece vivir y quien no. ¿Nuestro criterio? Podría ser aquellas personas que te ofenden, las que se ríen de ti, las que marchitan tus sueños.
Bien, ya tienes el arma cargada, aspira profundamente mientras haces un breve recorrido por las calles nocturnas.  Mira esa venta, ahí está ese vecino que no quiso abrirte cuando volvías de una cena. ¡Pum! La verdad es que no lo estás haciendo nada mal. Gírate, observa a todos tus amigos. Sabes que absolutamente todos te han fallado alguna vez, sería conveniente que tú no fallaras. Siente como sus corazones se detienen. No hay nada más dulce que la venganza, el suelo está lleno de sangre  que un día unos corazones palpitaron; unos corazones que mentían y te repudiaban cuando tus oídos no lograban ver.
Mira que casualidad, tu ex-novia cogida del brazo del jefe que te despidió. Este caso es especial, coge el cuchillo, sí, ese que te incrustaron el corazón. Apuñálalos. Me encanta esa esquizofrénica sonrisa que pones cuando tus manos se impregnan de sangre. ¿Has visto lo divertido que es matar al mal? 
Sigue así, pero estás olvidando algo. Sigue estando esa casa que te aprisiona todos los días. Concentra tu ira y quema esas negras paredes que te exhortan para arruinar tu vida. El colegio donde tus profesoras te creían mediocre, también debe ser eliminado.
Esto va a ser duro, pero tu familia también te ha hecho sufrir. ¿Recuerdas aquel momento cuando tus calificaciones eran malas? Por Dios, si tus padres llegaron a considerarte un fallo. ¿Y tú hermano? Si hasta yo podía escuchar sus carcajadas en el fondo de tu corazón. Como me gusta sentir el aliento de las personas cortándose poco a poco mientras gritan y sollozan. Esas marcas en el cuello no son nada comparando al boquete que esas horribles palabras te han creado.
¿No estás cansado de ver siempre las mismas calles? Hay vandalismo, accidentes de tráfico, contaminación. Esta dichosa ciudad no trae nada bueno. ¿Qué hay del país? Estás pagando con tus impuestos tantos fallos políticos... 
Eso es, destrúyelo todo. A pesar de lo pequeño que es tu corazón, tenías mucho dolor en él. ¿Ya ha pasado todo, no?
Ahora es mi turno de reír. ¿Ahora lo lamentas? ¿Te has dado cuenta de lo que te está pasando? Sí, exacto, te estás desvaneciendo. Tu corazón ha odiado tanto, que has olvidado que tú eres un recuerdo de todos aquellos que has conocido. ¿Quién es capaz de saber tu existencia si has matado a todos? Tú eres todo aquello que los demás te han otorgado. Familia, amistades, hogar... Son todas esas cosas que contribuyen a que tú seas, o más bien, hayas sido alguien. El rencor te forma como persona, pero también te mata. ¿Pensabas que podías deshacerte de todos tus males? En realidad sí que puedes, somos seres del mal. Ahora te has convertido en mí mismo. Esa voz que te dice: mata, odia, lastima, envidia, sufre. Claro, es demasiado para ti. Es mejor compartir estos sentimientos con los demás...¿No? 
Y así te das cuenta de la cadena de odio que se forma. Al final la envidia y el egoísmo son inevitables. Te estaba engañando, no estás muerto; simplemente te has convertido en un ser del mal. El dolor te lo brinda la vida y sin ni si quiera quererlo, por tu hogar, familia o amistades sufrirás. Hemos llegado a un punto donde nada más nacer eres un ser del mal. Si vives, odias, si odias, compartes, si compartes, viven. 
Así los seres del mal buscan refugio en religiones, filosofías, estilos de vida... Incluso algunas llegan a matar a todo aquel que le ha hecho sufrir y después de esto se convierte en nada. Pero no nos engañemos, hemos aprendido a vivir como seres del mal y nos conformamos con ésto. Llegará un día donde el odio sea tan grande que nos desharemos de todo aquello que nos hace sufrir.  Y como tú, seremos nada; pues así somos los seres del mal, nada y para nada.

martes, 28 de mayo de 2013

Una noche..

La gélida noche calaba mi fino abrigo. Sin duda había sido un duro día. Me encontraba en medio de un camino, ¿qué raro, no? Un carromato viejo y de apariencia mercantil avanzaba hasta el punto de colocarse a mi altura.

-Joven, hoy no es día para caminar a altas horas de la noche, últimamente se ha vuelto muy ambiciosa.- dijo el hombre mientras detenía el carro.
-Estoy perdido y no conozco el lugar. ¿Sería tan amable de llevarme con usted?
-Conozco una posada dónde tratan muy bien a los jóvenes forasteros como tú.
Mi primera impresión fue acertada, el carro estaba lleno de sedas y telas; seguramente era un comerciante.

Al cabo de poco tiempo me encontraba en las puertas de un viejo mesón. Semejaba amenazante debido a lo corrompidos  que estaban los materiales. Tuve que tomar una decisión; morir de frío o entrar en el inhóspito lugar. Abrí la puerta y una mueca de admiración se bordó en mi rostro. El lugar estaba rebosante de gente que bailaba y cantaba, sobre todo bebían. El carmesí , sin duda, era el color reinante, Las mujeres tenía una actitud un tanto suelta y a los hombres parecía no preocuparles demasiado. Un pequeño grupo de cinco personas dotaban el recinto de armonía, con unos cantares y músicas. Había muchas mesas con una flor en el centro y en los lugares más íntimos, las sillas eran sustituidas por sillones los cuales semejaban cálidos y muy cómodos.
Me acerqué a la barra donde había un hombre de aspecto burgués.
-¿Qué se celebra hoy? Caballero.
-Los sueños de la luna- dijo mientras limpiaba una copa.
Me percaté de las pocas ganas que tenía el camarero de establecer una conversación, así que le pedí una copa del mejor vino y me senté en una de las mesas más alejadas.

Estaba cansado del largo viaje que estaba llevando a cabo; me conformaba con ver el jovial rostro de la gente, y para qué mentir, me encantaba observar a las jóvenes ligeramente vestidas.
Quizá estaba exagerando, pero me sentía viejo entre la multitud, sin tener en cuenta que yo sería de los más jóvenes del lugar.
Después de varias copas, dejé el cáliz en la mesa y me levanté para dar una vuelta. Deambulando por la sala, hallé  un pasillo levemente iluminado por los reflejos de la sala. Al final, entre oscuridad, vislumbré una mortecina luz blanca. Me adentré, guiado por la noche, y al cabo de poco tiempo me encontraba en una habitación vacía; solamente tenía un ventanal con marco de plata.
¡Qué grande era la luna! El ventanal mostraba un valle iluminado severamente por la luz que irradiaba la bella. Juraría que si hubiese alargado la mano, habría sido capaz de tocarla. ¿Por qué estaba tan cerca?
Recordé que me había dejado la mitad de la copa en la mesa; quizá era hora de volver.

Unos rojos labios rozaban el borde de la copa con una sensualidad que atraía mis pupilas hacia ella. ¡Qué ojos verdes tan embaucadores! Era una mezcla entre elegancia y sensualidad; pero su rostro era muy... ¿Cómo decirlo? Sagaz. Su piel era fina y blanca sin arrugas aparentes. Apartó su rubio, casi blanco, cabello de su rostro y me lanzó una sonrisa que penetró mi corazón.
-¿Es usted el dueño del cristal?- dijo mientras acariciaba el cáliz con sus finos dedos.
-No puedo considerarme dueño del cristal, ni si quiera la copa es mía. - me senté en frente de ella.
-El cristal elige a su dueño; es como la noche, todo lo quiere para ella.

Sin duda aquella mujer era misteriosa.¿Dueño del cristal? ¿Qué quiso decirme?

-Mira la copa.
Lo hice y me vi reflejado en ella.
-Eso no significa que el cristal me pertenezca.
-Si no lo hiciera, se reflejaría otra persona. Es lo mismo que ocurre cuando miras un espejo o el agua del mar. ¿Crees que las estrellas pensarán lo miso de los océanos?

Sin duda ella era nocturna; era misteriosa, bella y oscura.
La conversación seguía su curso, el mismo que el vino que tomábamos. Sus ojos estaban perdidos en algún lugar, en cambia cuando me miraba conseguía ruborizarme y esto le hacía sonreír con una sonrisa que me enamoraba y al final yo también acababa sonriendo. Esto era una reacción en cadena que mantenía la conversación en un ambiente cálido e íntimo.

-El tiempo transcurre y todavía no conozco tu nombre.
-Los nombres solamente son  palabras que identifican. No me gustaría que me nombraras con palabras vacías. Regálame un nombre.
-Quizá Noche, negra como tu vestido; elegante y misteriosa. O Mar como tus verdes ojos; eres sensual y tus movimientos son elocuentes. Luz, atrayente como tus labios, distante pero cálida. Sin duda eres Luna, reina de Noche, Luz y Mar. En un día normal  la luna no se acercaría tanto a mí; me miraría desde lejos mientras danza entre estrellas.
-Quizá Luna no encuentra joya que la haga brillas. No encuentra llama que la haga arder. No encuentra labios que la amen...
-¿Los labios aman?-le dije interrumpiéndola.
-Los que yo conozco solo embaucan y mienten. Quizá sea por eso que Luna no quiere estas entre estrellas; busca en la tierra esa piedra que encuentras a las orillas del mar y la guardas en un joyero como el diamante más valioso.
-¿Entonces eres Luna?
-¿Cómo es el corazón de Luna?

Esa pregunta era muy ambigua. Su rostro fue cambiando poco a poco hasta que sus ojos se humedecieron. Le cogí una mano y le acaricié las mejillas. Cuando alzó su mirada hacia mí, no pude contenerme y la besé de la formas más apasionada que pude. Sin previo aviso noté como sus manos se entrelazaban en mi cuello.
Coloqué mi oreja en su seno.
-El corazón de Luna late fuerte cuando la besa. ¿Los labios aman? -le pregunté por segunda vez.
-Los labios aman.

La noche avanzaba y el sentimiento de pasión iba creciendo. Debido a que estaba perdido, tomé una de las habitaciones de la posada y Luna vino conmigo.
Me sentí afortunado de poder acariciar su piel con mi cuerpo, de sentir sus labios en mi cuello, de poder percibir su aroma de frambuesa. Notaba su pecho contra el mío y podía notar cada latido de su corazón. Percibí su aliento, que cada vez era más agitado, en mi pecho.

Ese día tuvo un sueño extraño; me encontraba en la habitación, en frente del ventanal, conversando con la luna.

-Te mereces más que una simple y sola luna.- dijo la luna entre lágrimas.

Después de escuchar estas palabras, desperté agitado y me percaté de que Luna ya no estaba. La busqué por toda la posada  sin encontrarla. Finalmente le pregunté al posadero.

-La luna sueña y llora . Mira nuestro amor recelosa, porque sabe que nunca encontrará uno así. Pero es lo más puro que puedes encontrar en la noche, pues nunca te arrebatará una lágrima. Ayer celebramos por los sueños de la luna, supongo que tu amada quiso celebrarlo también.

Como a la luna, solo tuve una oportunidad de de tenerla cerca. Aquel día Luna y yo celebramos los sueños de aquella blanca que nos observa todos los días rodeada de estrellas que no brillan. Qué triste es pensar en aquellos que viven solos y anhelan encontrar ese sueño que no pueden tener.
Ella pensó que yo era demasiado, a pesar de que cualquier mortal hubiera dado su vida por besarla.
Aquel día aprendí que los labios aman y los labios más rojos se marchitan entre mentiras y belleza.
No volví a verla, pero todavía guardo en mi corazón esa sonrisa que brillaba tanto como la luna.