-Existe una fuerza casi desconocida hoy en día que la ciencia
se rehúsa a estudiar. La gravedad es aquella fuerza de atracción entre
dos cuerpos que tienen masa. Esa atracción es provocada porque todos tienen
algo en común aunque sus cifras difieran enormemente, no señores, no estamos
pegados al suelo por amor a la patria, si no por nuestra masa. Se ve que
algunas personas están a régimen porque no somos capaces de acercarnos a ellas
ni con un palo -suenan algunas carcajadas-. Pero volviendo al tema, hoy voy a
hablarles de una gravedad que nos afecta solo a las personas, esa atracción que
tenemos que nos acerca a otros porque coincidimos en nuestros gustos. Seamos
sinceros, es bueno diferir con otras personas en opinión pero no podríamos
soportar estar con aquellos con los que no tenemos absolutamente nada en común.
Estudiemos los núcleos sociales, ¿de dónde provienen las amistades? Por ejemplo
vosotros tendréis diferentes grupos sociales, uno en vuestra escuela, en la
falla, otro para quedar los sábados por la noche; todos sabemos que es para
estudiar eh - la clase entera comienza a reírse y se forma un pequeño
bullicio-. ¿A dónde quiero llegar? Pues a que hay una fuerza en el centro de
cada núcleo social, en cada persona, que nos hace tener algo en común para
compartir con un grupo. ¿Sabíais que el hombre con el C.I. más alto del mundo
era un solitario? Era capaz de aprender un idioma en una tarde e incluso
inventó el suyo propio, a saber tantos idiomas no era capaz de usar uno para
conseguir amigos. ¿Os lo imagináis en esta clase? Incluyéndome a mí no tendríamos
nada en común con él, nuestro cerebro no sería capaz de entender su
comportamiento. Su fuerza y la nuestra estarían en dimensiones diferentes. Por
eso las personas con personalidades muy complejas tienden a resultarles
complicado sintonizar con un colectivo. ¿Qué nombre le darías a esta fuerza tan
parecida a la gravedad, Dave?
Noto una sensación extraña en la cabeza, como de un pequeño
objeto golpeándome.
-¡La fuerza del destino!
¿Qué demonios? Levanto la cabeza y veo como todos me están
mirando, el profesor está prácticamente en mi espalda. Toda la clase me observa
y la gran mayoría se está riendo de mí.
-Me encantaría escuchar tu teoría sobre la fuerza del
destino cuando acaben las clases, espero que tengas un poco de tu preciado
tiempo para dedicarme.
Me ha castigado de una forma tan sutil e ingeniosa que no
tengo tiempo para enfadarme, hay que añadir que todavía estoy un poco aturdido.
Miro de reojo hacia mi derecha y me doy cuenta de que Anne también se está
riendo. ¡Qué rabia! Hay millones de personas en el mundo y tengo que hacer el
ridículo en frente de ella. Nunca se fija en mí y ahora tendrá una imagen
equivocada... ¡Qué demonios! Si me he quedado dormido es por mi culpa, ayer
estuve hasta bien tarde escribiendo algunos relatos. Sí, me gusta escribir,
¿qué ironía no? Me encanta narrar todo aquello que el ojo no puedo ver, es
curioso como comenzamos a describir a una persona por su físico, su carácter,
pero algunos maduramos y nos fijamos en los detalles que solo un escritor es
capaz de percibir... Su forma de sujetar el boli, su mirada distante cuando se
concentra, sus frases sin terminar, como se muerde los labios cuando piensa, su
dulzura al tratar a otras personas, ese tic nervioso que le hace golpear el
suelo con la punta de sus pies... Esa chica me vuelve loco, ¿sabes? Anne es ese
tipo de persona que te conquista por unos detalles que ni si quiera te das
cuenta que tiene. Se podría decir que tiene un aura de simpatía única,
ella se une al resto por una fuerza que le permite empatizar con cualquier
persona, aunque seamos sinceros, la élite solo se codea con la élite.
Quizá mis dotes para socializar no sean sobresalientes,
pero es demasiado difícil conectar con ella, como he estado soñando
anteriormente, nuestras fuerzas del destino son opuestas. Ella destaca en
muchos aspectos fácilmente notables, es muy sencillo ver si una persona es
amable, simpática, bella, pero... ¿cómo distingues a una persona madura,
crítica o reflexiva? Quizá me estoy sobrepasando al describirnos a ambos,
pero creedme, un diamante solo es capaz de brillar intensamente cuando está en
la sombra, en la luz del día no hay joya que brille más que el sol. En resumen,
no hay ningún lazo que consiga conectarme a ella, no hay forma de hacerle saber
el interés prematuro que me causó a simple vista.
Continúo divagando en mis pensamientos mientras observo
como ella acaricia su largo y azabache cabello, es curioso ver cómo enrolla
cada mechón sobre el dedo índice y luego lo libera para volver a empezar el
proceso, antes hablaba de este tipo de detalles. Sin previo aviso desvía la
mirada y nuestros ojos se cruzan, instintivamente agacho la cabeza y
comienzo a escribir. Su sonrisa es preciosa y sus ojos verdes son tan
profundos... Me siento afortunado de haber recibido tal sonrisa. Me ha motivado
tanto que he decidido escribir sobre mi sueño mientras mi profesor trata temas
tan interesantes como el aparato circulatorio de un cocodrilo. La
biología no es tan bonita como veis en el Bioparc, señores y señoras.
Sin percatarme del paso del tiempo escucho el sonido que
indica la hora de almorzar.
-Deja ya de escribir que te va a dar una tendinitis.
Morirás virgen como sigas escribiendo esas mariconadas.
-Mientras no tenga que lidiar con tus maravillosos
cumplidos creo que podría soportarlo- digo mientras recojo los trastos y me
levanto-¿Qué pensáis hacer hoy?
-Diseccionar un cocodrilo para ver cómo funciona su
corazón-comienzo a reírme frenéticamente, como se nota que somos amigos,
coincidimos hasta en la fuente del aburrimiento.
-Creo que iré a la azotea a acabar este relato.
-Bueno estaremos en la cafetería haciendo el trabajo de
filosofía, si quieres luego te lo paso-dice mientras abandona el aula.
Sergio es un buen amigo que conocí hace unos años,
sinceramente compartimos muchos gustos y disfrutamos de conversaciones cuando
nuestras opiniones difieren.
Hace varios meses tuve una pequeña reyerta con
mi profesor de literatura. Tras analizar un poema él dijo textualmente que el
poema trataba sobre el amor de las personas por sus familiares y yo insistí que
el texto hablaba sobre una utopía imposible que pretendía mostrar que dos
personas tienen que amarse simplemente por compartir un lazo de sangre. Tras
discutir varias semanas conseguí citar al autor en una cafetería y acudí con mi
profesor. Así fue como conseguí la llave de la azotea. Desde aquel día nos
llevamos muy bien y a veces subimos allí para charlar.
Me gusta escribir en la terraza porque tengo una perspectiva
diferente al resto. Desde arriba puedo ver como los niños juegan, como las
personas hablan, como crean experiencias para compartir en un futuro.
Me siento como un Dios omnipresente que puedo notar las
diferencias de cada persona, sus virtudes, sus complejos, sus miedos. Me
inspira a escribir quizá con una opinión totalmente neutral del mundo que
observo. Lo único que detesto de ese lugar es el viento que me roba mis
preciados folios.
Me apoyo en el saliente y comienzo a escribir sin pausa. Al
cabo de un breve periodo de tiempo escucho como alguien abre la puerta. Cuando
veo el rostro de mis queridos visitantes me percato de que se avecinan
problemas. Hay personas que tienden a coincidir con la opinión de un colectivo
y yo soy todo lo contrario. Hay alumnos que le dan la razón a los profesores
para que se callen y luego están los que disfrutan pensando y existiendo. Jean
y yo no tenemos nada en común, ni si quiera algo que nos permita entrar
en una disputa. Yo me limito a dar mi opinión todo el tiempo y él se enfada por
tener que escucharme. Siempre va acompañado de Samuel y Tim, me molestaría en
describirlos pero su actuación en este relato va a ser tan efímera que no
reviste mayor atención.
-Puedo ver el rumor de que tenías la llave de la azotea era
cierto-dice mientras se pasea-¿A quién se la has chupado?-me limito a seguir
escribiendo mientras le ignoro-. En clase hablas mucho y ahora te callas. ¿Qué
escribes?
-Un pequeño relato sobre las amistades y los círculos
sociales.
No soy maleducado y nunca me niego a contestar una pregunta
bien formulada por muy estúpida que sea.
-Siempre me fastidias con tus absurdos comentarios en
clase, creo que hoy me toca devolvértelo.
Jean se abalanza sobre mí y me arrebata la llave. De un
manotazo tira mi carpeta cinco pisos a la deriva. Por un momento forcejeo con
él, pero nuestra de fuerza es considerablemente desnivelada y consigue zafarse.
Él y sus amigos se marchan corriendo mientras cierran la puerta.
-¡Moríos joder! ¡Esto no tiene gracia!
Comienzo a encontrarme mal, la cabeza me da vueltas. Me
asomo y ni si quiera puedo divisar la carpeta, seguramente se ha abierto y
todos los folios se han desparramado por todo el maldito instituto. Para
tranquilizarme pienso en cómo descuartizarlos cuando consiga salir de esta, al
final llego a la conclusión de que sería perfecto jugar a los juegos del hambre
con aquellos tres. Mi móvil está en clase y no puedo pedir ayuda. Al cabo de un
largo tiempo de tiempo escucho el timbre que indica el final de las clases. Me
he pasado todo el rato tumbado en el suelo y no creo que esto vaya a cambiar.
''El cielo esta noche es precioso''
Mis ojos brillan como las estrellas,
como la luz de la luna que mi alma centella.
No sé si es su espejo o mis lágrimas
por sueños perdidos, perdidas mis páginas.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche
escribir una sátira al cielo azabache,
observar como las nubes se acurrucan
y sonreír por las gotas que me culpan.
El frío en mi rostro me redime.
La somnolencia mi alma castiga.
La humedad mi soledad suprime.
La soledad mi cuerpo mitiga.
-Dave, ¿qué demonios haces aquí?
Despierto un poco desconcertado y me doy cuenta de que
quién me está hablando es mi profesor de literatura. Le explico todo lo
sucedido.
-Siempre te metes en problemas, le explicaré lo sucedido a
tu tutor. Deberías volver a casa, estás empapado, vas a pescar un resfriado.
-Sí, creo que será lo mejor.
Salimos de la azotea y comenzamos a bajar las escaleras. Me
fijo en algunos carteles que hay colgados en la pared. Comienzo a leer un
texto que me resulta familiar, sinceramente me gusta mucho. Continúo leyendo
hasta que consigo alcanzar el título ''Lluvia de estrellas'' y me doy cuenta de
que el texto es mío. Mi temperatura comienza a ascender hasta que me noto el
rostro ardiendo. Acepto que me hayan encerrado toda una noche en la azotea,
pero que hayan tirado mis relatos y los hayan colgado por todo el instituto no tiene
perdón, voy a matarlo. Comienzo a correr por los pasillos, abro la puerta de
clase de un portazo. Todos me miran, se ha formado un silencio súbito. Jean me
mira, sabe que voy a por él. Estoy muy nervioso y apenas me controlo, noto cómo
las lágrimas van descendiendo por mi rostro. Me acerco a él, le cojo del cuello
de la camisa y lo levanto como si no pesara nada.
-¡Quién te crees para colgar todo mi trabajo por el
instituto! -me sorprendo al ver su cara de desconcierto.
Levanto mi puño y me dispongo a golpearle la cara con todas
mis fuerzas. Alguien me sujeta el brazo, me giro y es Anne.
-¡Detente, he sido yo quién los ha colgado!
Me coge de la mano y me saca fuera de clase. Le explico
todo lo sucedido para que comprenda porque estaba tan alterado y está todo
mojado.
-Tu carpeta no se ha mojado, la encontré tirada en el suelo
y comencé a leer lo que había dentro. ¡Eres impresionante!-se me parte el alma
cuando sus ojos brillan con tanta intensidad-. Llevo un tiempo queriendo hacer
un club de escritura pero pensaba que no había nadie interesado en este. Pero
cuando vi tu carpeta... No se cómo decirlo, me gustaría escribir como tú.
Después de todo lo ocurrido no controlo mis emociones y
comienzo a llorar frenéticamente. Ella me abraza con fuerza, no sé qué está
ocurriendo. Ahora podría decir que el instituto en realidad es un barco y se
choca contra un iceberg. Anne y yo conseguimos sobrevivir en alta mar, pero
solo hay un pupitre y solamente cabe ella. Como soy un caballero y la amo dejo
que ella viva y yo muero congelado, por suerte es rescatada y finalmente se
percata de que está embarazada y así consigo salvarla a ella, a mis hijos y mi
apellido. Es broma.
Hay miles de razones para diferir en el camino de alguien y
a veces no hay ninguna razón para caminar. Yo la amaba muchísimo pero nuestras
fuerzas del destino se encontraban en dimensiones diferentes... o eso es lo que
pensaba. A veces la vida da giros inesperados y nos hace conectarnos de forma
absurda a otras personas, nunca perdáis la esperanza. Si os soy sincero nunca
llegué a ser escritor, no escribí ningún libro, ni si quiera lo intenté, pero
le debo a la escritura un sueño que me hizo realidad. Ahora os podría contar
una historia romántica de cómo nos fuimos conociendo y todos los problemas que
encontramos por el camino... Pero no te confundas, todas las historias tienen
un punto y final aunque no necesariamente tienen que estar acabadas. Esta es
una de esas.
Chrish Caulfield.