jueves, 4 de junio de 2015

Yuki-onna

El mundo es mío. Quizá me encuentro un poco más distante que hace unos años, cuando todavía era yo mismo, cuando todavía era. Pero eso no quita que no haya conocido el placer, que ya haya poseído todo aquello a lo que aspiráis. No podréis gozar de su virginidad porque antes la mancillé yo. Aunque no es bueno alardear del pasado, son hechos que acabaron y que de alguna forma devinieron en lo que hoy vengo a ser yo. Tampoco le puedo tildar de culpable, simplemente era un camino por el que tenía que pasar para llegar hoy a esta bonita noche, esta dulce velada en la que me puedo relajar, mirar las estrellas y afirmar que el mundo es mío. No acepto crítica, ni represalias, ni reprimendas; hoy no, no voy a argumentar más, ya tuve que dar explicaciones hace mucho tiempo. Hoy simplemente me apetece pasear por la noche mientras suena Für Elise en una cajita antigua de música. Quiero sentarme en algún sitio desvistiéndome al completo, poco a poco, con sutileza y elegancia. Primero me despojo del tiempo, lentamente me deshago de los prejuicios, pasando por mis obligaciones y acabando por mis sueños. Desvestido completamente a ojos de las estrellas, con una piel oscura de aspecto blanquecino gracias a la sonrisa mortecina de la luna. Mi cuerpo es tan imperfecto que casi me hace reír, burlarme de mí mismo, pero qué más da, nadie va a juzgarme porque nadie tuvo la osadía de acompañarme. Esta soledad es tan bella como dolorosa, pero no es un dolor atroz, si no sutil y elegante, como mi forma de desvestirme, es un dolor con un gran currículum, una experiencia que casi se podría glorificar, es un dolor sempiterno... Este dolor está a otro nivel, yace en una zona casi inimaginable, está fuertemente arraigado a mis propias raíces. Quizá sea un maniático sexual, pero me complace sentirme de esta forma, totalmente desnudo y vulnerable, con un dolor que actúa como fusta y latiga cada centímetro de mi cuerpo. Si sonara un piano ahora mismo podría llorar, pero no va a ocurrir y este me hace sentir todavía más triste, incapaz de liberar mis lágrimas.
Creo que estoy embriagado. No puedo detener mi vista en un punto en concreto, mis ojos no pueden parar, están inquietos debido a la búsqueda de la belleza absoluta. Solamente hay dos cosas más bellas que la noche; una es la muerte y la otra es el amor. Me gustaría morir de amor bajo este cielo azabache. Escribir un poema triste, leerlo en voz alta a un gran público y apuñalarme en el abdomen como hizo Julieta para deshacerme de las banalidades que me ofrece esta vida, o envenenarme besando esos labios tan afilados con los que dejó de sonreír hace mucho tiempo. ¿Los labios de quién? Pues de esa dama desnuda que me observa detenidamente con mirada traviesa. Dueña de esa piel perfecta cuya sonrisa hace blanquecer a la luna. Esa curvatura perfecta que describen sus senos, esa pose tan sensual con la que tapa su sexo con sus piernas tan esbeltas. Ese cabello que cae agotado sobre sus hombros... Esa es la mirada, esa es la cicuta de Romeo, la daga de Julieta, el juicio final de un hombre que se perdió hace tiempo. Esto me recuerda a ''La dama y el suicida'', aquella obra de teatro que nunca llegué a acabar, como todo. Tras dejarme embelesado con su flagrante sonrisa, se da media vuelta y comienza a andar, con gracia divina. Mi cuerpo comienza a moverse solo, doy el primer paso vacilando, con la duda en cada movimiento que describen mis piernas, una sensación de pánico que se va desvaneciendo. Cada vez más rápido, sin titubear, con la esperanza de alcanzar esa dama nocturna que deambula exhibiéndose a sí misma. Siento frío, conforme más cerca estoy de ella noto como mis músculos se entumecen llegando a tal extremo que resulta doloroso seguir avanzando. Mi respiración cada vez es más lenta y puedo sentir como mi corazón se apaga gradualmente. No la puedo alcanzar, mis pasos cada vez son más lentos. Intermitentemente mis rodillas se doblan y tropiezo con mi propio cuerpo. Pese a esto no puedo dejar de seguirla. Quizá sea efecto del cansancio, pero las calles de la ciudad se han convertido en una nívea cumbre recubierta de escarcha.  Caigo al suelo, no puedo seguir. La nieve se amontona sobre mí, siento como se deshace al mezclarse con el calor de mi cuerpo y me quema. Estoy jadeando como nunca antes lo había hecho. Alzo la vista antes de sucumbir. Mi fugitiva me observa con una mirada curiosa, casi divertida, aunque con un ápice de melancolía. Pobre mujer de las nieves, condenada a vagar como un alma errante, por la eternidad de los días. Deshaciéndose de aquellos que como yo, la han seguido buscando la belleza del amor y la muerte. Un final muy acertado para alguien que un día fue poseedor del mundo. Por fin las lágrimas resbalan por mi rostro... creo que al fin puedo escribir los versos más tristes esta noche.








domingo, 17 de mayo de 2015

Fate


Capítulo 1: Destinos convergentes,

Quiero bajarme de la furgoneta y comenzar a vomitar como no lo he hecho antes. Nunca me ha gustado viajar y mucho menos a las vertiginosas velocidades que lo estamos haciendo. Vale que soy bastante susceptible, pero el velocímetro marca que ya ha superado los límites de velocidad y no por poco.
Por la radio suena música en inglés, aunque la voz de mi padre se come todo el sonido  y su canto parece una mezcla entre alemán y borracho tradicional con toques a vajilla rota. Créeme, no estoy exagerando, suena tremendamente mal. Aunque con mi malestar, la voz de mi padre es lo de menor importancia, estoy más preocupado por si da un volantazo y acabamos volteando o chocando contra cualquier otro vehículo. ¿Dónde demonios está la policía cuando se le necesita? Quizá si le hubiesen parado y le hubieran hecho la prueba del alcoholímetro probablemente le hubieran quitado la custodia y podríamos haber acabado en una familia de acogida, pero por suerte para el lector esto nunca ha ocurrido. Al mirar por la ventanilla solamente veo muros moviéndose constantemente, como si las calles tuviesen vida. Esto solo aumenta mis náuseas, así que  me pongo a mirar por el retrovisor que probablemente sea más entretenido y no me provoque arcadas. Sorprendentemente ella está muy tranquila, parece que en cualquier momento se va a quedar dormida. Cualquiera diría que somos hermanos...
Sin previo aviso mi padre da tal frenazo que salgo despedido y me golpeo contra la guantera. Creo que me he roto un diente. Todo está dando vueltas, no puedo fijar mi vista en un punto ya que cuando lo hago éste comienza a girar sobre sí mismo. Definitivamente voy a devolver y quiero evitar una reyerta de dimensiones considerables, más me vale hacerlo fuera del coche. Abro la puerta rápidamente y salgo atropelladamente, al salir tropiezo con mis pies y caigo sobre el asfalto. No puedo aguantar más, noto como mis jugos gástricos ascienden por mi garganta, giro mi cabeza para evitar mancharme y [...]

Siento interrumpir pero... ¿Crees en el destino? Hay millones de sucesos en todo el mundo que convergen en una ruta común. Por muy insignificante que sea, todo afecta a una ruta principal. Algo tan simple como agacharte para recoger una moneda que se te ha caído puede hacer que te retrases unos segundos que más tarde te van a salvar la vida en un accidente. A mí me gusta pensar en estas cosas, quizá mi escepticismo y mi creencia en el destino es una controversia, pero no creo en el destino como es en realidad, si no que prefiero darle una definición diferente. Para mí, destino es aquella desembocadura donde cada acto converge, es el punto en común de todos y cada uno de los seres del universo. Hay muchas religiones e ideologías que se basan en este concepto para marcar la conducta de sus devotos. De alguna forma me parece un poco triste el hecho de que tus actos, por muy buenos que sean, quizá en un futuro deriven en algo malo. Yo creo que por eso existe la muerte, para poder permitirte vivir una vida dándote la oportunidad de actuar bien y que al final no seas consciente del devenir. Creo que este mecanismo es muy dulce, es como una madre que te duerme en su regazo y te acaricia la cabeza diciéndote que ya es suficiente, que lo has hecho todo bien...

El coche está a penas a cinco metros de mí, la colisión es irremediable. Por un momento puedo ver como el tiempo avanza a fotogramas, como si fuese una película, como si tratara de una grabación. Puedo ver los ojos abiertos del conductor y su desesperanza por cambiar la dirección del coche o los ojos de mi hermana que me miran tras la ventanilla, parece estar gritándome algo. Todo sigue avanzando lentamente hasta que siento un golpe en mi costado. Todo se está apagando lentamente. Ahora solo puedo ver el cielo, se está volviendo rojo y es precioso. El sonido también se apaga. Creo que nunca había tenido tantas ganas de dormir...



En algunos momentos tristes todos somos capaces de sentir el frío de la verdad. Quizá es un tópico, pero esta noche es oscura y llueve.  A penas puedo ver pequeños garabatos moviéndose entre las luces. Desde esta altura el viento pasea totalmente libre, su siseo se convirte en los gritos desesperados de un animal herido. ¿Y yo? Aquí de pie al borde del abismo, contemplando la ciudad desde las alturas. Meto las manos en los bolsillos de mi abrigo y palpo mi móvil, lo saco y comienzo a revisar la pantalla, se me olvidaba algo. Hace tiempo que abrí una página web , para ser específico es un foro. Por  alguna razón es tremendamente conocido. No puedo irme sin redactar una carta de despedida a todas aquellas personas que mantienen viva la comunidad. Abro un post despidiéndome de todos y comienzan a llegar cientos de mensajes. El móvil no para de vibrar como si estuviese poseído. Lo apago y lo dejo en el suelo. 
Y aquí estoy yo, al borde del precipicio. Quizá un poco cansado, pero no lo suficiente como para saltar. Entonces encuentro algo incluso más interesante que mi móvil... una moneda de cobre. Es de color marrón con un tono gris viejo. Está bastante gastada y se nota hay una larga historia tras ella. La lluvia golpea la moneda y el agua resbala sobre mis manos, está comenzando a colarse por mis mangas y esto me hace tiritar. Tiene dos caras apenas visibles. ''Cara o cruz''. Retrocedo un poco, coloco la moneda sobre la superficie de mi pulgar y ayudándome de mi índice la lanzo al vació. Entonces tomando un poco de carrera salto. 
Esta sensación es maravillosa. El viento y la lluvia tiran  de todo mi cuerpo conforme aumenta mi velocidad de caída. Todo se mueve muy rápido. El vértigo y la adrenalina se apoderan de mi sangre. Noto como las lágrimas recorren  mi cara, tengo los ojos humedecidos, apenas soy capaz de ver más allá de lo que mi mano alcanza. Pero estoy sonriendo, esta sensación de sentirme vivo nunca la había experimentado, si tengo algún arrepentimiento tras haberme tirado es el de no poder volverlo a hacer.  Escucho el ruido del chasquido de dos metales chocándose a traición, fuerzo mi vista para poder ver lo que ha ocurrido, es mi moneda que ha chocado contra el saliente de una ventana. Está girando sobre sí misma en el aire, como si una mano invisible la hubiese dajado ahí, flotando. Alargo mi mano tanto como puedo  y en cuestión de una fracción de segundo consigo alcanzarla. Quema. No se si ha sido por el golpe a estas velocidades, pero arde. Cuando quiero darme cuenta ya vislumbro el suelo. Es una lástima no poder saber si ha salido cara o cruz. Bueno, es irrelevante, de todas formas haber apostado mi vida en un juego de azar es una tontería ya que independientemente del resultado voy a morir. Lo merezco, sería una falta de respeto morir porque he perdido en ''cara o cruz'. Pero me gustaría morir sabiendo el resultado. Mi elección es cruz, sin duda. Quizá habría sido una buena idea dejar un papel en mi bolsillo con la palabra ''cruz'' escrita en él, de esta forma al encontrar mi cadáver sabrían si le he ganado a la vida. Sabrían si mi muerte es injusta, si he muerto habiendo ganado mi última apuesta. Es un todo  o nada donde nadie apuesta. Nunca me ha gustado perder.
Un escalofrío recorre mi piel. Tengo un pequeño remordimiento carcomiendo mis recuerdos. Quizá mi decisión no ha sido la más acertada, no puedo parar de pensar en mis seres queridos, en todas aquellas cosas que no hice, en mis conversaciones a medias...  Pero ya es demasiado tarde, lo que en el tejado eran luces distorsionadas y formas evanescentes ahora se han convertido en formas perfectamente delineadas. Puedo ver el callejón donde voy a caer. Veo los carteles luminosos, las personas paseando, los bares repletos de jóvenes riendo. En el fondo de mi corazón me siento aterrado al pensar que todas esas personas van a ser espectadores de mi muerte. Van a ver cómo mi sangre y órganos son esparcidos por el suelo, algún curioso les sacara fotos y las colgará en Internet. A muchos les va a parecer divertida la situación y quizá alguno quede traumatizado. No es la mejor forma de suicidarse pero si nunca he tenido esas consideraciones en vida mucho menos lo haré en muerte.
Cierro los ojos y sujeto la moneda con fuerza. Entonces siento un fuerte golpe en el abdomen. Me hace contraerme, no puedo respirar. Noto como algo sube rápidamente desde mi estómago hasta mi boca, es sangre. Siento cómo mis huesos crujen de forma estrepitosa, voy a partirme en dos. Me siento inmóvil, quizá solamente mi cerebro es la lo único que sigue funcionando en mí. No puedo sentir ningún tipo de dolor. De repente siento como algo arremete contra mí. 
-Prepárate que vamos a bajar. 
Apenas soy capaz de escuchar esas palabras, literalmente se las ha llevado el viento. 
Mi rostro está siendo latigado por mechones de pelo, abro los ojos y me doy cuenta de que es es rojizo. Esta persona me está cargando sobre sus hombros, solamente puedo ver su cabello que cabalga sobre el aire y acaricia forzosamente mi cuerpo. Giro mi vista y veo que nos estamos desplazando mediante una cuerda con un enganche metálico en su extremo. No estamos balanceando sobre los edificios como si nada. Cuando la cuerda  describe una curva hasta su extremo, suelta la cuerda y toma otro punto de sujeción para aprovechar la velocidad que llevamos. Intento gritar pero no soy capaz, los sonidos no salen. No soy capaz de emitir ni una sílaba.
-Prepárate, aterrizamos ya.
Vamos disminuyendo la altura drásticamente hasta que llegamos al suelo. Ella prácticamente me arroja contra la superficie, saliendo despedido. Tirado en el suelo solamente puedo ver el cielo. Extiendo mi mano intentando alcanzar aquel gigante oscuro. Entonces me doy cuenta de que todavía poseo la mano encerrada en mi puño. Miro el resultado y comienzo a reírme. No sé que está ocurriendo, no sé si quiero saberlo, no estoy entendiendo nada; pero si de algo estoy seguro es que todo sucede por alguna razón. ¿Acaso ahora creo en el destino?

miércoles, 13 de mayo de 2015

Adolescencia

Escena 1

El hijo se encuentra muy enfadado porque piensa que la vida es injusta. Recorre la casa mientras grita y da portazos. Comienza a vociferar en contra del estado, sus padres, sus profesores y el sistema. Sus padres están en el salón. Su madre lee un libro y su padre está haciendo un crucigrama, no parecen prestarle mucha atención.

Hijo: (Comienza a escucharse de fondo) Estoy hasta los cojones, siempre la misma historia (dice gritando). Los profesores dándome la brasa todo el día y ahora que quiero estar tranquilo venís vosotros a tocarme los huevos (da un portazo). ¿Sabéis qué? Soy una persona, soy una maldita persona, no un muñeco con el que podáis hacer lo que queráis. Algún día os vais a arrepentir de esto, me voy a ir de casa y voy a quemar el colegio. Sí, eso es, me voy a marchar y no me vais a volver a ver el pelo.
Padre: (aparte el periódico un poco y se dirige a su mujer) Mamífero lagomorfo lepórido de menor tamaño que la liebre.
Madre: Conejo (dice sin apartar la vista del libro)
Padre: ¿Sí, verdad?

El ruido que se escuchaba de fondo se ha disipado, ahora solamente se escuchan los pasos del hijo que atraviesa el pasillo y se dispone a salir.

Padre: Dile que no llegue más tarde de las diez que luego se enfría la cena.

La madre deja el libro a medio abrir sobre la mesa y se dirige a la entrada.
Madre: Toma, ponte la chaqueta que hace frío. No llegues tarde que vamos a cenar a las diez y mañana tienes clase.
Hijo: Vale mamá.
Madre: Coge también las llaves, que siempre las olvidas.
Hijo: Gracias, ya lo olvidaba por completo.
Madre: Acuérdate, no llegues tarde y pásatelo bien, ¿vale? (dice mientras de la un beso en la frente)
Hijo: Tranquila que volveré antes de las diez.  ¡Hasta luego!

La madre vuelve al salón y retoma el libro por donde lo había dejado.

Padre: Retoño de Adán y Eva.
Madre: ¿Cuántos espacios?
Padre: Cuatro.
Madre: Tiene que ser Caín o Abel.
Padre: Caín encaja perfectamente. Gracias cariño.
Madre: De nada, mi amor.

domingo, 10 de mayo de 2015

Sin título

El otro día hacía buen tiempo y decidí dar una vuelta. Iba perdido en mis pensamientos, sin rumbo fijo, simplemente caminando porque mis piernas me obligaban a hacerlo. Recordando viejos tiempos y reflexionando sobre los futuros, sin darme cuenta acabé en un cementerio. Ese mismo día estaba escribiendo una poesía sobre la muerte pero, ¿de verdad comprendo qué es la muerte? A veces la vemos tan distante, parece algo ajeno a nosotros, como si no tuviésemos nada que ver, como si fuésemos dos desconocidos que evitan mirarse a los ojos. Paseé por el lugar contemplando las lápidas, mirando las fechas de defunción, los rostros de los que un día estaban vivos...
Fue un acto desde el más puro respeto, podría decir que me estaba enfrentando a mis dudas, a mis inquietudes. Vi algo que me llamó la atención. Encontré unas piedras con letras grabadas y decidí leerlas. Esto fue lo que encontré:

¡PEPITA!
QUISIERA PODER ESCRIVIR                                                  
Y EN ESTA PIEDRA GRAVAR
LO QUE MI CORAZON SIENTE
EN ESTE DIA FATAL
UN DIA ENFERMA ESTUVISTE
O QUE DIA TAN FATAL
QUE CON LA MAYOR PENA
TE VIO TU MADRE ESPIRAR
UN CONSUELO YO TENIA
PUES ME QUEDABA TU HERMANA
Y EN MEDIO DE MI DOLOR MIS PENAS ME CONSOLAVA
HOY PERDIDA LA ALEGRIA
Y PERDIDA LA ILUSION
PUES AL FALTARME TU HERMANA
SE LLEVA MI CORAZON


¡PILARIN!
PILARIN HIJA QUERIDA
EN EL CIELO DONDE ESTES
DAME CONSUELO EN LA VIDA
PARA PODERLA LLEVAR
CONSUELA LA PENA MIA
HIJA DE MI CORAZON
Y RUEGA A DIOS POR TU MADRE
QUE OY POR TI EN LA TIERRA SUSPIRA
HOY JUNTAS LAS DOS ESTAIS
EN EL CIELO HIJAS QUERIDAS
Y VUESTRA MADRE EN LA TIERRA
MUY TRISTE Y AFLIGIDA
GRAVADA EN LA PIEDRA ESTA
ENTRE LA PENA MIA
Y EN ESTE DIA FATAL
VUESTRA MADRE NO OS OLVIDA

--------------------------------------------------.------------------------------------------------
Al acabar de leer estos textos se me escaparon algunas lágrimas. Los sentimientos de esa madre me llegaron a través de los años y hundieron mi corazón en la miseria. Me hicieron sentir mal, compartir su dolor. Puede que sea la mejor poesía que he leído en mi vida, no me fijé en la métrica, ni en la ortografía, ni en la ausencia de puntuación... Fueron sus sentimientos directamente los que me hablaron, que por primera vez en la vida experimenté lo que es ''Poesía''. No voy a decir que otras veces no he tenido ese sentimiento, pero este momento fue especial , fue como pasear de la mano con su autora mientras me susurraba la poesía.
Después de esto me hizo plantearme muchas preguntas cómo ''¿Qué es la poesía? ¿Cómo leo la poesía? ¿Cómo escribo poesía?'' Son preguntas que a día de hoy no soy capaz de responder. No soy capaz de olvidar ese momento y me sigo haciendo las mismas preguntas constantemente. Todavía sigo buscando la respuesta pero creo que la poesía está pensada para los corazones afligidos, para los momentos dolorosos, para conectar sentimientos entre personas... Poesía no es un texto, si no es el momento en el que la vives.

Todavía no sé con qué finalidad escribo esta entrada, ni siquiera sé que quiero contar. Considero que la vida es un conjunto de sucesos aleatorios que al conectarse derivan en lo que conocemos como ''vida'' y supongo que todos los sucesos aleatorios quisieron llevarme a ese lugar, para reencontrarme conmigo mismo, para enfrentarme a mis miedos. Para comprender el dolor de una madre al perder a sus dos hijas y poder entender que no puedo escribir poesía fúnebre si mi corazón no me acompaña. Yo creo que ese texto consiguió afectarme tanto porque el corazón de esa madre estaba más cerca que el mío propio. No sé, es algo difícil de explicar.


jueves, 30 de abril de 2015

Cada uno en su lugar

Cada uno en su lugar. Como dos fugitivos que huyen de sí mismos.
Como si ese sonido que arrulla nuestros oídos fuese tan distante.
¿Cuándo un ''te quiero'' se volvió tan insonoro?
Quizá nos volvimos sordos para no tener que escuchar.

Lo que más me molesta es cuando te dije que cada uno debía estar en su lugar.
No replicaste lo más mínimo...
No puedes imaginar cuán doloroso puede llegar a ser verte aceptar mis palabras,
verte asentir cuando debías negar,
verte callar cuando debías gritar,
verte sonreír cuando deberías haber llorado...
Sí, me contradigo, pero no más que hace unos años cuando tú eras mi respuesta.

Cada vez que me dejas ir es como si mi corazón se muriese un poco.
¿Cuándo nos dejamos ir?
¿Por qué tu consuelo y no tus besos?
¿Por qué no tus deseos, mis deseos?
¿Por qué no soñar juntos bajo el mismo cielo?
¿Por qué tan distantes?
¿Por qué no como antes?

Quizá soy egoísta por no querer darte nada.
Quizá no tenga nada que darte.
Mi corazón está muriendo en algún lugar lejano y yo...
yo estoy aquí aparentando estar.

Me gustaría tener alguien con el que exculparme pero fueron mis palabras,
fueron mis labios los que me traicionaron,
fue mi cerebro el que me aseguró que me contrariarías,
fue mi corazón que me llenó de osadía,
fue todo y hoy no es nada.
Qué iluso fui, pensaba que recorreríamos el mismo camino y hoy...
Cada uno en su lugar.

Solo quiero que sepas que seguirá doliendo cada vez que sueltes mi mano,
aunque este sea el último dolor que me causes,
y éstos sean los últimos versos que yo te escribo.

martes, 28 de abril de 2015

Talento desaprovechado: Hacha vs Chorizo

Hoy me dispongo a enfrentar un hacha contra un chorizo. Va a ser un enfrentamiento con pocas normas:
-Se considerará victoria a aquel que consiga sobrevivir al enfrentamiento.
-No hay límite de tiempo.
-Se tendrá en consideración la posible personalidad de ambos sujetos.
-No se permiten intermediarios o terceras personas.
-No se permitirá el uso de objetos, herramientas o sucedáneos.

A continuación voy a analizar a los dos sujetos en cuestión.
Comenzando por el chorizo, puedo ver desde un comienzo que juega con una gran ventaja ya que su única forma de perder es hacerse malo o ser reducidos a partículas tan mínimas que no pueda considerarse chorizo. Por otra parte requiere de una gran cantidad de tiempo para que se haga malo.
El hacha tiene dos opciones a elegir, por una parte puede esperar a que el embutido se haga malo o por otra parte puede cortarlo constantemente  hasta que este sea reducido a unas unidades mínimas (cosa que es imposible para un hacha). Bajo estas premisas si el hacha elige cortar, probablemente pierda por desgaste moral o simplemente porque su estructura acabe rompiéndose o la hoja se vuelva desafilada y/o inservible. Pero si el enfrentamiento se basa en esperar a que el tiempo transcurra, probablemente gane el hacha.

Habiendo analizado a los dos contrincantes, habría que saber qué opción escogería el hacha ya que sería la determinante para una victoria segura o una derrota aplastante. Esto me lleva a una pregunta de mayor magnitud ''¿Cuál es la personalidad de un hacha?''. Todos somos conscientes de que un hacha es un herramienta cuya principal función es cortar, así que ante la posibilidad de ejercer su función probablemente lo haría.  Por otra parte un chorizo no tiene ninguna función ya que es un alimento y por naturaleza está acostumbrado a esperar hasta que alguien decida hacer con él. Bajo estas premisas no cabe duda de que el sujeto que se hace con la victoria es el chorizo.

Moraleja: Tener diversas opciones a elegir en la vida no siempre te va a dar la victoria, simplemente por el hecho de conocer tus orígenes y límites, podrás salir airoso ante cualquier situación.
--------------------------------------------------------.---------------------------------------------------------
Si has tenido la osadía de acabar al texto probablemente te hayas dado cuenta de que soy gilipollas. Y sí, estoy de acuerdo. Todo lo que has leído anteriormente es fruto de una conversación totalmente verídica que he mantenido con unos amigos. A veces nos dedicamos a hacer estupideces como éstas y creo que es interesante ver como de algo tan estúpido como el enfrentamiento entre un chorizo y un hacha se puede llegar a convertir en un texto muy correcto.
Esta ''sección'' no es más que una serie de escritos que pretenden reírse de sí mismos, así que te pido que no me juzgues por estas desviaciones en mi blog. Por otra parte voy a seguir haciéndolo y van a haber muchas incluso más estúpidas. Al comienzo de cada entrada que vaya a ser de este estilo podrás leer ''talento desaprovechado'', así que si no quieres ver cómo un chaval ha invertido su tiempo en hacer el imbécil, te recomiendo que ignores estas entradas.

jueves, 23 de abril de 2015

Cómo comencé a escribir

Me llamo Cristian Johnny Rodríguez. Nací el 24 de mayo de 2197 en un pequeño pueblo. Aunque suene extraño nací del útero de mi madre, sé que por aquellos tiempos esa no era la forma más convencional, pero ella insistía que debía ser concebido como en los viejos tiempos.
Mi infancia fue muy tranquila, como se debe esperar de la vida rural. Mi madre era florista y ya desde pequeño comencé a interesarme por las flores, me sorprendía cómo podían existir tantas diferentes con sus característicos aromas, colores, texturas... Era interminable mi curiosidad.
Mi padre estaba constantemente viajando por aquellas ciudades abandonadas ''los viejos yermos'' y se encargaba de recoger todo aquello que podría servir a la sociedad para entender qué es lo que ocurrió para que las enfermedades comenzaran a mutar tan extrañamente... Bueno, eso ya es cosa del pasado, por suerte yo no viví esos tiempos, creo que debía nombrarlo por respeto a mis antepasados pero ahora todo ha cambiado y las personas resurgimos de nuestras cenizas. Como iba diciendo, mi padre trabajaba conjuntamente con los laboratorios de investigación. Debido a su trabajo no pasaba mucho tiempo conmigo pero yo comprendía que era por un bien mayor, así que no le di demasiada importancia.
Asistía a una escuela local, nada destacable. Quizá fue debido a mi poco interés, pero no recuerdo mucho de aquella etapa de mi vida. De alguna forma el tiempo fue pasando y fue entonces a los doce años cuando mi vida sufrió un cambio totalmente inesperado. Llegó el día en el que tuve que entrar en secundaria y separarme de todos mis antiguos amigos ya que en aquel pequeñito pueblo no había una escuela secundaria. Nunca me han gustado las despedidas, es algo desagradable. Cuando sabes que vas a volver a alguien en poco tiempo simplemente le dices ''adiós'' y te despides agitando tu mano, pero en cambio cuando realizas una celebración de despedida sabes que algo te está diciendo que nada va a volver a ser como antes.
Mi nueva escuela estaba en la ciudad y todos los días tenía que hacer un viaje en tren de una hora. El primer día fue una de las peores experiencias de mi vida. No estaba acostumbrado a hacer viajes tan largos. Recuerdo que cuando llegué a la estación me sentía tremendamente perdido. El lugar estaba plagado de gente que iba en todas direcciones. Cada uno era consciente de a dónde se dirigía y no vacilaban, simplemente continuaban avanzando. En cambio yo estaba allí parado, siendo empujado por la multitud, sin tener claro a dónde debía ir. De repente el megáfono comenzó a sonar <Señores pasajeros, le recordamos que el tren con destino a X partirá en breves>. Ese era el tren al que debía subirme y estaba a punto de perderlo. De repente una mano me agarró desde la multitud y comenzó a tirar de mí. Me arrastró hasta dentro del tren y allí pude ver que mi raptor vestía mi mismo uniforme. <Demonios, ¿qué hacías ahí parado?> Desde ese día supe que todas las mañanas iba a estar bien y que nunca más me iba a encontrar perdido. Su sonrisa era confiable, era mi primer amigo en secundaria y ni siquiera habían comenzado las clases. No me equivoqué en absoluto.
Adolescencia era un chico muy entretenido, no existía un solo día aburrido en el viaje o en la escuela ya que estábamos también en la misma clase. Me presentó a sus amigos y estuvimos siendo felices y disfrutando durante los mejores cuatro años de mi vida. Decidimos que ambos iríamos a bachillerato juntos y que iríamos a al mismo instituto. Poco a poco se convirtió en un hermano para mí. En esta época ya comencé a escribir, pero no eran nada más que unas cuantas fantasías infantiles mal redactadas. Todo cambió cuando llegó la hora de graduarnos. Adolescencia reprobó y nos tuvimos que separar. Una vez más tuve que celebrar otra despedida, solo que esta vez sí que fue realmente doloroso. Ambos nos prometimos que que nos volveríamos a reunir... pero nunca ocurrió.
Una vez más tuve que coger el tren y me volví a sentir perdido, pero aquella vez era diferente. Simplemente sería por el frío, era septiembre y quizá todavía no me había acostumbrado a tener que partir una hora antes... todo era tan oscuro y solitario. En ese mismo momento saqué una libreta, un boli y comencé a escribir mientras esperaba que llegase el tren. Decidí escribir un poema porque no había otra forma de gritarle al mundo cuánta oscuridad podían ver mis ojos. Así pasé medio año, entre poemas e historias tristes y algunas otras felices. Siempre repetía la misma rutina, escribir durante la hora del viaje y tirarlo a la basura tras llegar a mi destino. Quizá sea un poco egoísta por mi parte, pero he de decir que se me daba sorprendentemente bien y mejoré a pasos agigantados, pero nunca le di demasiada importancia, tenía otras cosas en las que pensar. Los viajes en el tren cada vez me eran más incómodos, me sentía observado, así que decidí quedarme en casa aquel día. Quizá fue la mejor elección de mi vida.
 ''Nominación'', tras los problemas que tuvo la humanidad años atrás se habían perdido el nombre de las cosas y la única forma de recuperarse de tal duro golpe era esta ciencia. Algún profesor curioso de la universidad de nominación rescató todos y cada uno de los escritos que había tirado, cada día lo hacía y leía en silencio cada palabra que escribió mi corazón. Me mandaron una carta para entrar en la universidad de forma prematura, decían que yo tenía la oportunidad de cambiar el mundo y no debía perder mi tiempo en la escuela. Nada más contesté la carta, Futuro vino a casa a hablar con mi madre, le dijo que había leído cada escrito que había tirado y que probablemente estaban desaprovechando mis habilidades, quizá podría ser un genio. Futuro me sacó de mi hogar y me llevó a la universidad, allí comencé a vivir. Al comienzo todos mis compañeros se sorprendieron porque yo era demasiado joven para estar allí. Las clases me resultaron complicadas, no podía entender lo que me explicaban pero Futuro me dedicaba cada tarde libre y me ayudaba. En el segundo año yo ya me había colado en los puestos más altos de toda la universidad. Tenía talento para nombrar las cosas, para formar palabras nuevas, para devolverle la esencia a todas aquellas cosas que la habían perdido. Pero todo gran poder conlleva una gran responsabilidad y todo esto sumado a las grandes expectativas que Futuro ponía sobre mí, comenzaron a ser una carga irracional que pesaba más de lo soportable. Para desquitarme me uní a un club universitario oculto, se dedicaban a buscar la esencia de todas aquellas cosas que el resto no quería recordar.
Quizá fue una de las peores decisiones de mi vida a ojos del mundo, pero nunca me arrepentiré. Por primera vez pude dar nombre  a la muerte, al remordimiento, al sexo más salvaje, al asesinato... Todo acabó cuando dándole un nombre al incendio quemé un aula de la escuela. Descubrieron que me había unido a un grupo para realizar actividades prohibidas y me encarcelaron. Me sentí tremendamente aliviado cuando por fin mi mundo se detuvo y mis cargas se quedaron en la puerta, esperando mi regreso, aunque de alguna forma yo sabía que no iba a regresar.
Es difícil de describir la satisfacción que se siente cuando estás escribiendo en tu celda solitaria sin tener que preocuparte por el mundo exterior, sin tener que dar nombre a nada, sin tener que cumplir ninguna expectativa, conociendo a gente que se sentía igual que yo... Allí conocí a alguien que daría un giro de trescientos sesenta grados a mi vida. Amor era alguien que escribía, como yo. Ella estaba encarcelada porque era una ladrona pero se sentía aliviada allí dentro. No tenía que robar, no tenía la necesidad de hacerlo. Comenzamos a congeniar rápidamente. Aprovechábamos cada minuto que nos podíamos escapar de las miradas agenas para hablar sobre cualquier banalidad. Sinceramente a mí me pareció perfecta, tanto como la luna, no mucho más que su luz mortecina, pero sí quizá un poco más que las estrellas. ¿Por qué? Porque era como un espejo  porque no necesitábamos apenas palabras para entendernos, porque no tenía que dar explicaciones y porque cuando estaba con ella el resto se desvanecía, mi pasado se volvía una carga ligera que se esfumaba con el viento. Entonces comprendí qué era Amor, era ligera como el viento de otoño, dulce como los frutos de primavera, ardiente como el sol centelleante del estío y distante como el incesante frío de invierno. Ella era ella porque nunca sería mía, nunca sería yo  a pesar de estar tan cerca de serlo. Entonces comprendí el significado de la vida. La felicidad es aquello que sientes cuando intentas alcanzar algo que sabes que nunca puedes tener porque simplemente por el hecho de conseguirlo, se convierte en algo trivial y sin importancia. Por eso Amor era la respuesta a mis preguntas y la mano que mecía mi pluma, porque me abandonaría tan pronto como yo intentara abrazarla. Y así lo hizo, pero como la ladrona que era se llevó mi corazón.
No sé a cuantas operaciones me sometió Vida. De alguna forma conseguí sobrevivir a partir de prótesis, medio cuerpo y mi corazón habían sido sustituidos por piezas robóticas que emulaban a las verdaderas. Salí de la cárcel mucho antes porque Futuro se encargó de ayudarme desde fuera, pero no pude seguir cumpliendo sus expectativas. Volví a la universidad, pero mi habilidad de nominación ya no existía, por culpa de mi yo robot ya no podía continuar nominando, las letras ya no podían salir de mi corazón porque simplemente no tenía.
Lo abandoné todo o todo me abandonó a mí, no lo tengo bien claro. Ni mis padres, ni Adolescencia, ni Futuro, ni Amor, ni Vida; ya no me quedaba nadie.  Como ya no podía cumplir las expectativas de ninguno, simplemente decidí dedicarme a una vida retirada. Necesitaba tiempo que dedicarme a mí mismo. Recuerdo que todos me preguntaban ''¿Qué harás entonces?'' Qué ilusos, se creían que no podía nominar porque había perdido mi corazón, pero simplemente estaba lejos en algún sitio que no podía encontrar.

Al cabo de un tiempo se publicó ''El nombre de las cosas'' y fue un éxito, sobre todo dentro de los nominadores.  Fue una bonita historia bajo un nombre anónimo. Creo que si conseguir algo solo iba a suprimir mi felicidad, simplemente tenía que esperar a que algo llegara a mí. ¿Esperanza? No, yo no necesitaba eso. Yo necesitaba que las palabras llegaran a mí para poder contar una historia que debía ser contada. Y así comenzó a ocurrir.
De esta forma comencé a escribir, yo nunca lo busqué, simplemente un día las palabras llegaron a mí y yo me dediqué a acogerlas. Pobres ilusos los nominadores, que intentan encontrar las palabras. Es como intentar robarle el corazón a alguien que no tiene.