domingo, 23 de febrero de 2014

El poeta muerto

La distante gota que desnuda el pétalo de rosa
recorre su cuerpo hasta que en ojos se vuelve lágrima,
la acaricia suave y tristemente, la sucia pecaminosa;
esa gota que desnuda la tinta de esta página.
Me siento en un infierno donde no leo lo que no escribo,
donde un día gocé atravesado por un estivo,
donde me entierro entre desidia y el triste desconcierto
en el cementerio lúgubre del muerto poeta muerto.

De la rima borrada la gota va a su mano
con la misma que acaricia su pelo y desordena,
con esa mano con la que escribí este verso,
con la misma mano con la que de estro me hice preso.
Así un día la perdí y con la añoranza me condeno
por una simple gota que se llevó felicidad y no pena.

Pasaron días, meses y algunos años también
y por la maldita gota en mis sueños soy rehén.
Tantos papeles flotando en un mar de cien dudas
corroídas por el lamento de varias voces mudas.

Hoy la envidia me corroe por la lluvia de la que manco,
esa que desliza por tu rostro, la que entristece tu llanto;
esa gota que no me deja escribir, precipita en el barranco.
Mi mano está gélida sobre el papel amianto.
En ese momento en el que la gota marchite,
en ese momento en el que la espina la vida me quite;
en un valle de lágrimas, de flores un desierto,
se reúne mi pluma para lamentarse por un muerto poeta muerto.

¿Dónde están las palabras con las que me arropaba cada noche?
Esas que me otorgaron la vida y un blanco reino estaño.
Mírame con ojos brillantes como hacías antaño,
tú, gota fría, etérea. Esa lujuria que tu alma derroche.
Busca el último escrito en mi lecho de muerte escrito.
Aspiro el gélido aire que me otorga una vida a la que no aspiro.
Brinda la gota en mis testamento por un alma que sola perece.
Le brindo mi pluma, que ayer dio vida y hoy fenece.

Este es el último poema  escrito en ausencia de lágrimas, inspiración y palabras que os regala este muerto. Poeta muerto.