jueves, 2 de mayo de 2019

Mozart

Realmente no quiso hacer nada de esto. Nunca quise hacer nada de esto. No quise hacer nada que implicara algo. Siempre me gustó ser evanescente, deshacerme como la espuma y brillar en el letargo o morir en el intento.
Todo conlleva algo. La diferencia entre tenerlo y claro y no, simplemente radica en el precio a pagar. A veces a sabiendas y otras veces por instinto, pero siempre pagando demasiado alto.

Más de lo que me puedo permitir, más de lo que siempre me he podido permitir. Un paso hacia delante y otro más, pues el doble de pasos solo me llevan al mismo lugar del que parte algo extraño que unos llaman por mi nombre y yo anhelo cual quiasmo. Una introspección hacia delante, como si fuera la esfera donde un ratoncillo va dando vueltas indiscriminadamente.

Echaba de menos esto la verdad, el no contar nada. Eso de no repetirme para no confundirme más de lo esperado y acabar creyendo mis propias palabras. Llorar nunca supuso tanto esfuerzo, ¿verdad?

No quise realmente nada. Creo que ese ha sido el problema del inicio, del semblante hastío y del estío amable. Porque siempre fui tratado con cordura y poseo más de la que merezco y desborda porque es más de la que me puedo permitir.

Que por favor, alguien dispare antes de que sea demasiado tarde y dispare a alguien.

Vayan con Dios.