sábado, 10 de marzo de 2018

Hablemos de ''Los mejores años de nuestra vida''

Hay muy poco que yo pueda decir de una película estrenada en 1946. Sobre ella se han escrito galaxias de tinta, y más aún cuando fue la ganadora de nada más y nada menos que 8 Oscar. 
Quizá un breve apunte que puedo hacer hoy en día, que casi automáticamente se vuelve insulso por la obviedad, es que algunos ''ismos'' cambian tanto las reglas del juego y la percepción social de sí misma, que hasta un personaje como Marie Derry que está descrita como una mujer frívola, materialista e incluso vil, ahora parece ser la única mujer en esta película con voz propia.
Pero insisto, solo lo nombro como una curiosidad, tildar a una película de 1946 de machista es como decir que el fuego arde, solo lo recalco como curiosidad.

Habiéndole dado el primer, y único palo que va a recibir en este texto, vamos al lío.

Decía André Malraux en La condición humana:

No se posesiona uno de un ser, sino de lo que cambia en él {...}. Se oye la voz de los demás con los oídos: la de uno mismo, con la garganta {...}. Pero yo, para mí, por la garganta, ¿qué soy? Una especie de afirmación absoluta, de afirmación de loco: una intensidad más grande que la de todo el resto. Para los demás, yo soy lo que he hecho. Sólo soy May (su pareja) no era lo que había hecho; solo para él, ella era otra cosa completamente distinta de su biografía. El abrazo, mediante el cual el amor mantiene a los seres unidos el uno al otro contra la soledad, no era al hombre al que proporcionaba su ayuda; era al loco, al monstruo incomparable, preferible a todo, que todo ser es para sí mismo y al que elige en contra de su corazón {...}.Los hombres no son mis semejantes; son los que me ven y me juzgan; mis semejantes son aquellos que me aman y no me miran; los que me aman contra todo; los que me aman contra la decadencia, contra la bajeza, contra la traición; a mí y no lo que yo haya hecho o haga; {...}.


Quiero destacar la frase ''no se posiciona uno de un ser, sino de lo que cambia en él''. Volver de la segunda guerra mundial y reencontrarte con tu familia debe ser terrorífico. En ocasiones nos aterra el estatismo, el ''no voy a cambiar'', el ''les estoy decepcionando, el ''soy un monstruo y no soy capaz de mejorar''. En otras ocasiones lo que nos horroriza es el cambio, el ''no me van a reconocer'', el ''les voy a decepcionar'', el ''ya no me voy a poder adaptar'', el ''ya no me van a reconocer'' o incluso el ''vamos a estar totalmente desconectados''. Y lo cierto, es que la misma respuesta también nos la da André Malraux cuando nos dice que nuestros semejantes son los que nos aman contra todo, los que nos aprecian a nosotros y no a nuestros actos.

La película no me ha parecido la gran cosa pero al menos me ha servido como excusa para citar a Malraux.

viernes, 9 de marzo de 2018

jueves, 1 de marzo de 2018

Pandemia

Quizá el ser humano está enfermo de desidia, unos se abandonan intelectualmente
y otros nos refugiamos en la cabeza mientras se pudre nuestro día a día.