martes, 6 de mayo de 2014

Cuando nuestros caminos difieren

-Existe una fuerza casi desconocida hoy en día que la ciencia se rehúsa a estudiar.  La gravedad es aquella fuerza de atracción entre dos cuerpos que tienen masa. Esa atracción es provocada porque todos tienen algo en común aunque sus cifras difieran enormemente, no señores, no estamos pegados al suelo por amor a la patria, si no por nuestra masa. Se ve que algunas personas están a régimen porque no somos capaces de acercarnos a ellas ni con un palo -suenan algunas carcajadas-. Pero volviendo al tema, hoy voy a hablarles de una gravedad que nos afecta solo a las personas, esa atracción que tenemos que nos acerca a otros porque coincidimos en nuestros gustos. Seamos sinceros, es bueno diferir con otras personas en opinión pero no podríamos soportar estar con aquellos con los que no tenemos absolutamente nada en común. Estudiemos los núcleos sociales, ¿de dónde provienen las amistades? Por ejemplo vosotros tendréis diferentes grupos sociales, uno en vuestra escuela, en la falla, otro para quedar los sábados por la noche; todos sabemos que es para estudiar eh - la clase entera comienza a reírse y se forma un pequeño bullicio-. ¿A dónde quiero llegar? Pues a que hay una fuerza en el centro de cada núcleo social, en cada persona, que nos hace tener algo en común para compartir con un grupo. ¿Sabíais que el hombre con el C.I. más alto del mundo era un solitario? Era capaz de aprender un idioma en una tarde e incluso inventó el suyo propio, a saber tantos idiomas no era capaz de usar uno para conseguir amigos. ¿Os lo imagináis en esta clase? Incluyéndome a mí no tendríamos nada en común con él, nuestro cerebro no sería capaz de entender su comportamiento. Su fuerza y la nuestra estarían en dimensiones diferentes. Por eso las personas con personalidades muy complejas tienden a resultarles complicado sintonizar con un colectivo. ¿Qué nombre le darías a esta fuerza tan parecida a la gravedad, Dave?

Noto una sensación extraña en la cabeza, como de un pequeño objeto golpeándome.
-¡La fuerza del destino!
¿Qué demonios? Levanto la cabeza y veo como todos me están mirando, el profesor está prácticamente en mi espalda. Toda la clase me observa y la gran mayoría se está riendo de mí.
-Me encantaría escuchar tu teoría sobre la fuerza del destino cuando acaben las clases, espero que tengas un poco de tu preciado tiempo para dedicarme.

Me ha castigado de una forma tan sutil e ingeniosa que no tengo tiempo para enfadarme, hay que añadir que todavía estoy un poco aturdido. Miro de reojo hacia mi derecha y me doy cuenta de que Anne también se está riendo. ¡Qué rabia! Hay millones de personas en el mundo y tengo que hacer el ridículo en frente de ella. Nunca se fija en mí y ahora  tendrá una imagen equivocada... ¡Qué demonios! Si me he quedado dormido es por mi culpa, ayer estuve hasta bien tarde escribiendo algunos relatos. Sí, me gusta escribir, ¿qué ironía no? Me encanta narrar todo aquello que el ojo no puedo ver, es curioso como comenzamos a describir a una persona por su físico, su carácter, pero algunos maduramos y nos fijamos en los detalles que solo un escritor es capaz de percibir... Su forma de sujetar el boli, su mirada distante cuando se concentra, sus frases sin terminar, como se muerde los labios cuando piensa, su dulzura al tratar a otras personas, ese tic nervioso que le hace golpear el suelo con la punta de sus pies... Esa chica me vuelve loco, ¿sabes? Anne es ese tipo de persona que te conquista por unos detalles que ni si quiera te das cuenta que tiene.  Se podría decir que tiene un aura de simpatía única, ella se une al resto por una fuerza que le permite empatizar con cualquier persona, aunque seamos sinceros, la élite solo se codea con la élite.
Quizá mis dotes para socializar no sean sobresalientes, pero es demasiado difícil conectar con ella, como he estado soñando anteriormente, nuestras fuerzas del destino son opuestas. Ella destaca en muchos aspectos fácilmente notables, es muy sencillo ver si una persona es amable, simpática, bella, pero... ¿cómo distingues a una persona madura, crítica o reflexiva?  Quizá me estoy sobrepasando al describirnos a ambos, pero creedme, un diamante solo es capaz de brillar intensamente cuando está en la sombra, en la luz del día no hay joya que brille más que el sol. En resumen, no hay ningún lazo que consiga conectarme a ella, no hay forma de hacerle saber el interés prematuro que me causó a simple vista.
Continúo divagando en mis pensamientos mientras observo como ella acaricia su largo y azabache cabello, es curioso ver cómo enrolla cada mechón sobre el dedo índice y luego lo libera para volver a empezar el proceso, antes hablaba de este tipo de detalles. Sin previo aviso desvía la mirada y nuestros ojos se cruzan, instintivamente  agacho la cabeza y comienzo a escribir. Su sonrisa es preciosa y sus ojos verdes son tan profundos... Me siento afortunado de haber recibido tal sonrisa. Me ha motivado tanto que he decidido escribir sobre mi sueño mientras mi profesor trata temas tan interesantes  como el aparato circulatorio de un cocodrilo. La biología no es tan bonita como veis en el Bioparc, señores y señoras.
Sin percatarme del paso del tiempo escucho el sonido que indica la hora de almorzar.
-Deja ya de escribir que te va a dar una tendinitis. Morirás virgen como sigas escribiendo esas mariconadas.
-Mientras no tenga que lidiar con tus maravillosos cumplidos creo que podría soportarlo- digo mientras recojo los trastos y me levanto-¿Qué pensáis hacer hoy?
-Diseccionar un cocodrilo para ver cómo funciona su corazón-comienzo a reírme frenéticamente, como se nota que somos amigos, coincidimos hasta en la fuente del aburrimiento.
-Creo que iré a la azotea a acabar este relato.
-Bueno estaremos en la cafetería haciendo el trabajo de filosofía, si quieres luego te lo paso-dice mientras abandona el aula.
Sergio es un buen amigo que conocí hace unos años, sinceramente compartimos muchos gustos y disfrutamos de conversaciones cuando nuestras opiniones difieren.

Hace varios meses tuve  una pequeña reyerta  con mi profesor de literatura. Tras analizar un poema él dijo textualmente que el poema trataba sobre el amor de las personas por sus familiares y yo insistí que el texto hablaba sobre una utopía imposible que pretendía mostrar que dos personas tienen que amarse simplemente por compartir un lazo de sangre. Tras discutir varias semanas conseguí citar al autor en una cafetería y acudí con mi profesor. Así fue como conseguí la llave de la azotea. Desde aquel día nos llevamos muy bien y a veces subimos allí para charlar.
Me gusta escribir en la terraza porque tengo una perspectiva diferente al resto. Desde arriba puedo ver como los niños juegan, como las personas hablan, como crean experiencias para compartir en un futuro.
Me siento como un Dios omnipresente que puedo notar las diferencias de cada persona, sus virtudes, sus complejos, sus miedos. Me inspira a escribir quizá con una opinión totalmente neutral del mundo que observo. Lo único que detesto de ese lugar es el viento que me roba mis preciados folios.
Me apoyo en el saliente y comienzo a escribir sin pausa. Al cabo de un breve periodo de tiempo escucho como alguien abre la puerta. Cuando veo el rostro de mis queridos visitantes me percato de que se avecinan problemas. Hay personas que tienden a coincidir con la opinión de un colectivo y yo soy todo lo contrario. Hay alumnos que le dan la razón a los profesores para que se callen y luego están los que disfrutan pensando y existiendo. Jean  y yo no tenemos nada en común, ni si quiera algo que nos permita entrar en una disputa. Yo me limito a dar mi opinión todo el tiempo y él se enfada por tener que escucharme. Siempre va acompañado de Samuel y Tim, me molestaría en describirlos pero su actuación en este relato va a ser tan efímera que no reviste mayor atención.
-Puedo ver el rumor de que tenías la llave de la azotea era cierto-dice mientras se pasea-¿A quién se la has chupado?-me limito a seguir escribiendo mientras le ignoro-. En clase hablas mucho y ahora te callas. ¿Qué escribes?
-Un pequeño relato sobre las amistades y los círculos sociales.
No soy maleducado y nunca me niego a contestar una pregunta bien formulada por muy estúpida que sea.
-Siempre me fastidias con tus absurdos comentarios en clase, creo que hoy me toca devolvértelo.
Jean se abalanza sobre mí y me arrebata la llave. De un manotazo tira mi carpeta cinco pisos a la deriva. Por un momento forcejeo con él, pero nuestra de fuerza es considerablemente desnivelada y consigue zafarse. Él y sus amigos se marchan corriendo mientras cierran la puerta.
-¡Moríos joder! ¡Esto no tiene gracia!
Comienzo a encontrarme mal, la cabeza me da vueltas. Me asomo y ni si quiera puedo divisar la carpeta, seguramente se ha abierto y todos los folios se han desparramado por todo el maldito instituto. Para tranquilizarme pienso en cómo descuartizarlos cuando consiga salir de esta, al final llego a la conclusión de que sería perfecto jugar a los juegos del hambre con aquellos tres. Mi móvil está en clase y no puedo pedir ayuda. Al cabo de un largo tiempo de tiempo escucho el timbre que indica el final de las clases. Me he pasado todo el rato tumbado en el suelo y no creo que esto vaya a cambiar.
''El cielo esta noche es precioso''

Mis ojos brillan como las estrellas,
como la luz de la luna que mi alma centella.
No sé si es su espejo o mis lágrimas
por sueños perdidos, perdidas mis páginas.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche
escribir una sátira al cielo azabache,
observar como las nubes se acurrucan
y sonreír por las gotas que me culpan.

El frío en mi rostro me redime.
La somnolencia mi alma castiga.
La humedad mi soledad suprime.
La soledad mi cuerpo mitiga.

-Dave, ¿qué demonios haces aquí?
Despierto un poco desconcertado y me doy cuenta de que quién me está hablando es mi profesor de literatura. Le explico todo lo sucedido.
-Siempre te metes en problemas, le explicaré lo sucedido a tu tutor. Deberías volver a casa, estás empapado, vas a pescar un resfriado.
-Sí, creo que será lo mejor.
Salimos de la azotea y comenzamos a bajar las escaleras. Me fijo en algunos carteles que hay colgados en la pared.  Comienzo a leer un texto que me resulta familiar, sinceramente me gusta mucho. Continúo leyendo hasta que consigo alcanzar el título ''Lluvia de estrellas'' y me doy cuenta de que el texto es mío. Mi temperatura comienza a ascender hasta que me noto el rostro ardiendo. Acepto que me hayan encerrado toda una noche en la azotea, pero que hayan tirado mis relatos y los hayan colgado por todo el instituto no tiene perdón, voy a matarlo. Comienzo a correr por los pasillos, abro la puerta de clase de un portazo. Todos me miran, se ha formado un silencio súbito. Jean me mira, sabe que voy a por él. Estoy muy nervioso y apenas me controlo, noto cómo las lágrimas van descendiendo por mi rostro. Me acerco a él, le cojo del cuello de la camisa y lo levanto como si no pesara nada.
-¡Quién te crees para colgar todo mi trabajo por el instituto! -me sorprendo al ver su cara de desconcierto.
Levanto mi puño y me dispongo a golpearle la cara con todas mis fuerzas. Alguien me sujeta el brazo, me giro y es Anne.
-¡Detente, he sido yo quién los ha colgado!
Me coge de la mano y me saca fuera de clase. Le explico todo lo sucedido para que comprenda porque estaba tan alterado y está todo mojado.
-Tu carpeta no se ha mojado, la encontré tirada en el suelo y comencé a leer lo que había dentro. ¡Eres impresionante!-se me parte el alma cuando sus ojos brillan con tanta intensidad-. Llevo un tiempo queriendo hacer un club de escritura pero pensaba que no había nadie interesado en este. Pero cuando vi tu carpeta... No se cómo decirlo, me gustaría escribir como tú.
Después de todo lo ocurrido no controlo mis emociones y comienzo a llorar frenéticamente. Ella me abraza con fuerza, no sé qué está ocurriendo. Ahora podría decir que el instituto en realidad es un barco y se choca contra un iceberg. Anne y yo conseguimos sobrevivir en alta mar, pero solo hay un pupitre y solamente cabe ella. Como soy un caballero y la amo dejo que ella viva y yo muero congelado, por suerte es rescatada y finalmente se percata de que está embarazada y así consigo salvarla a ella, a mis hijos y mi apellido. Es broma.
Hay miles de razones para diferir en el camino de alguien y a veces no hay ninguna razón para caminar. Yo la amaba muchísimo pero nuestras fuerzas del destino se encontraban en dimensiones diferentes... o eso es lo que pensaba. A veces la vida da giros inesperados y nos hace conectarnos de forma absurda a otras personas, nunca perdáis la esperanza. Si os soy sincero nunca llegué a ser escritor, no escribí ningún libro, ni si quiera lo intenté, pero le debo a la escritura un sueño que me hizo realidad. Ahora os podría contar una historia romántica de cómo nos fuimos conociendo y todos los problemas que encontramos por el camino... Pero no te confundas, todas las historias tienen un punto y final aunque no necesariamente tienen que estar acabadas. Esta es una de esas.


Chrish Caulfield.