lunes, 28 de abril de 2014

Nada ni nadie

No quiero que nadie me hable, que nadie me escuche, no quiero ningún abrazo ni esas palabras vacuas de consolación que tus cuerdas vocales emiten cuando pretendes aparentar que alguien te da lástima. Hoy no hay nada ni nadie que sea capaz de comprenderme pues de comprensión carezco.  Hoy es un día de lamentos, de oda a la vida retirada, de cometer fallos, de derramar lágrimas y sangre en un papel bajo la tenue luz de la luna y gritarle lo mucho que la odias. Hoy es un día de caminar sobre la orilla de la playa, al lado del mar oscuro y tenebroso y a su vez acogedor; notar la arena sobre tus pies, el viento que ondea tu ropa y lo notas un poco más abrumador debido a la arena que mece sobre sus brazos. Sigues caminando sobre la orilla sin un rumbo esperando a que alguien te reclame como suyo, esperando un ápice de esperanza caiga del cielo y se pose sobre tus hombros cual pajarillo en primavera; eres consciente de que eso no va a ocurrir así que te sientas sobre la húmeda arena y observas el mar, ese sonido del oleaje chocando contra la costa, ese nombre que el agua pronuncia sordamente, tu nombre...
No voy a hacer ruido, más bien prefiero mitigarlo aunque solamente sea por egoísmo, voy a suprimir mi lujuria y dejar que mi sangre se mezcle el vacío.

Hay un sentimiento que todavía nadie se ha atrevido a darle nombre, es un sentimiento de soledad pero no es exactamente lo que este término describe. Es una sensación de placer al no estar rodeado de nadie, abandonar todos tus pensamientos durante un periodo de tiempo, no hacer nada y encontrarte en un espacio mental el cual es totalmente desierto.
Existe un poco de cordura en cada alma, una cordura oculta en el fondo de los corazones. Somos un mecanismo que a veces se atasca por una pequeña piedrecita que ha caído, muchos intentan alcanzar esa pequeña piedra que detiene los engranajes, pero nadie la alcanza. Nada ni nadie puede extraerla, pero recuerda esa pequeña cordura en tu corazón la cual es capaz de rehacerte, de darte las fuerzas para comenzar una nueva vida, para enmendar tus errores, para mirar a un futuro, para quitar ese obstáculo que detiene el mecanismo. Ese sentimiento de máxima reflexión y cordura, me gusta llamarlo ''Nada ni nadie''.