miércoles, 23 de noviembre de 2022

Pidíendole a cualquiera que me salvara la vida

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Hubo un tiempo en el que mi madre lloraba todos los días. Hubo un tiempo en el que la lluvia pesaba sobre los hombros y la humedad se colaba hasta el corazón, que se enraizaba a través de puntas de flechas que se incrustaban en lo más profundo del alma. Hacía frío y no había calefacción para resguardarse de los fuertes vientos que chocaban contra la ventana y aullaban elegiacamente como lobos que lo habían perdido absolutamente todo.
Hubo un tiempo donde nada apetecía, donde la estridencia de la alarma llenaba mi cabeza de dudas y calamidades y augurios de muerte. Donde rasgaba las cuerdas de la guitarra hasta partirlas o hasta llenar de sangre mis manos que ya habían perdido el tacto hacía ya unos años. Y todo se perdía, las facturas hacían manada y conforme más crecían más desaparecía todo a nuestro alrededor, los juegos, los libros, las mesas y las sillas, y mi mamá lloraba y lloraba y al final me volvía tan loco que la escuchaba en todos los rinconces del mundo.
Hubo un tiempo donde os odié a todos y cada uno de los seres humanos que habitan este planeta y  los astros cercanos, y los que pudieran existir en otra galaxia incluso a los que ya habían dejado de existir, lo odié absolutamente todo hasta que finalmente el peso se volvió tan insoportable que doblegó mis rodillas y me obligó a arrarstrarme por unas calles llenas de barro, de nubes borrosas. Arrastrándome borracho buscando cobijo armado con un caparazón de espinas que mataban todo a lo que me acercara. Buscaba amor en cualquier sitio, suplicaba amor a cualquiera que me lo pudiera dar, y todo el amor que me daban parecía no ser suficiente, siempre quería más y más porque ese amor no compensaba la soledad existencial en la que me encontraba, desprovisto de padres, desprovisto de Dios y desprovisto de mí mismo.

No quedaba nada, había muerto, un cadáver que trataba de levantarse a las 8 de la mañana y que se quedaba hasta las cinco de la mañana sopesando. Alejado del mundo y de mí mismo, totalmente roto cercenado, defectuoso, irreparable. Siendo egoísta, pidiéndole una infinita ayuda a cualquiera que pasara, pidiéndole a cualquiera que se acercara,  pidiéndole a cualquiera cualquier cosa, pidiéndole a cualquiera que me salvara la vida.



martes, 8 de noviembre de 2022

Walpurgis

En mitad de la noche de Walpurgis
la bruja me ofreció su cuello.
Y en qué mala hora lo supe,
y en qué mala hora le di un beso.

En mitad de la noche lo escupe
y las palabras heteróclitas formaron
a su alrededor la montañana que transluce,
donde el alpinista quiere estar, en sus labios.
Con su dedo índice coconduce
a la cripta donde tantos se han quedado,
y aunque lo sepas seduce,
aunque esos ojos nunca hayan amado.
Porque ella todo lo sabe
cuando lo tormenta amaina o alcanza
la masa de Dios en las nubes,
el bolso Dios en su ruca,
que cuando algo se le antoja
pone el cora en la balanza
y mucho no se lo piensa
te entierra bajo alabanzas.