martes, 12 de marzo de 2019

¿Hay algún doctor en la sala?

Me da miedo no tener la valentía para marcharme y me da miedo que me echen. Me repito cada mañana que temo al fracaso y tras lavarme la cara y ponerme esos calcetines rosas, me lanzo a la piscina de tumultos y raizales que te arraigan a la incertidumbre y el fracaso. Conduzco sin casco hermanando la muerte y esta despistada, me exige siempre un poco más para poder poner algo de su parte. Ese poco más vira desde la sala del mirador hasta la esperanza adormeciéndose indolora. Si hiciera balance entre la suma y los gastos lo cierto es que a cada minuto que pasa sigo perdiendo. No, yo, si no mis semejantes. Sin embargo salir de la suite con fronteras norte-sur, este-oeste y sus vistas al mal,  se nos antoja innecesario. Creo que quiero salir de este hotel del infierno y volver a encerrarme herméticamente en mi cabeza hasta que la cordura se asfixie.

Alabardas

Me fascinan esos rincones de la ciudad
que son más grandes que ella misma.
Los lugares donde una vez hubo alguien
colocando antenas que se alzan como alabardas
en una guerra que jamás será librada.

Es el trabajo de los poetas coger la escalera de mano,
subirnos a cualquier terraza y quitar el polvo
sedimentado sobre los hombros del mundo.
Contemplar esos harapos casi ennegrecidos que
descansan en un patio de luces inalcanzable
y vestirlos frente al espejo y la incesante sed de desvestirlos.

domingo, 3 de marzo de 2019

Tokyo Blurp

La nostalgia me golpea demasiado fuerte, es volver a escuchar una de esas canciones y parece que una lluvia ácida caiga sobre mis hombros y erosione todo a su paso hasta convertirme en agua.
A veces olvido cómo es esa sensación, a veces olvido y creo que lo que digo importa demasiado, que tengo que saber, que tengo que demostrar... Y Taneda, no te voy a olvidar, es imposible. Eres parte de mi nostalgia y por ello te voy a atesorar.