lunes, 26 de febrero de 2018

La primera vez

La primera vez que se entumeció mi cerebro un pequeño explosivo detonó en lo más profundo de mi cráneo, en un punto casi imperceptible que justo se encontraba en el centro exacto de ese espacio tridimensional que es mi cabeza. Hasta ese momento nunca había tenido esa sensación aunque sí que me había sentido agotado. Muchas noches había permanecido diurno hasta las tantas de la madrugada, con con una maraña de pensamientos endebles manteniendo bien abiertas las puertas de mi alma, sin embargo, aunque vagos, los pensamientos seguían acechando, y ese hombrecillo en miniatura que se balanceaba sobre el pabellón de mi oreja, seguía murmurando extravagancias. Qué maravilla y vil ingeniería orgánica se encontraría dentro de mi cuerpo, capaz de procesar tanta información en balde. Un diseño tan perfecto que, por desgracia, no incluye botón de pagado, reinicio o formateo.
Por eso la primera vez que toda la maquinaria se detuvo, nada volvió volvió a ser igual. La arena se alargó infinitamente paralela la costa, las luces coqueteaban con la atmósfera, las estrellas tiritaban sobre la superficie del mar, el viento susurraba canciones de muerte y la noche se volvió tan apetitosa que quedé prendado de ella. El miedo se disolvió entre tanta inconsecuencia y la única preocupación era, literalmente, alcanzar el cielo con las manos, nadar hasta la línea donde se besan el mar y las estrellas. Comencé a llorar, y cuando intenté recordar la razón de mi llanto ya la había olvidado, y cuando trataba de recordar que la había olvidado, también esa idea se había esfumado de mi espiritada memoria. Entonces reí como antes, lloré como después y me quedé totalmente desprotegido ante una esencia que crepitaba consumiéndose. ''Y si esas estrellas que son diez veces más grandes que la tierra no son conscientes de sí mismas, por qué demonios ha de hacerlo el ser humano, envuelto en esa asquerosa condescendencia y ese narcisismo que nace cuando nos reconocemos a nosotros mismos'' -le pregunté a Dios ocioso-. A pesar de que respondía, olvidé todo a los cinco segundos y reí cinco veces más alto para que el aire vibrara más tiempo y así al menos poder recordar durante ese breve lapso de tiempo que quizá estaba riendo de menos.

La primera vez fue mágica, la segunda nostálgica, la tercera agónica y cuando quise darme cuenta había tentado a la muerte mil y una veces. Día tras día ese lúgubre ritual perdió su razón de ser. Poco a poco la surrealidad fue volviéndose una realidad pura. Una suerte de Sancho Panza que es atraído por la muerte solitaria cuando ésta se muestra desnuda ante sus ojos. Qué ingeniero lamentable, regalándole a la vida una máquina tan imperfecta, regalándole a la tierra la relación entre el día y la noche, regalándole a la fugacidad la condena de la rutina.
Y cuando en el país del sol naciente los halos de luz comienzan a filtrarse entre las ventanas de los edificios más altos, en los aviones, los rascacielos, y el camino comienza a clarear, te sientes solo, derrotado y casi arrepentido de haber sorteado a la muerte. Te recoges a ti mismo envolviéndote en un manto de vergüenza y cinismo porque sabes que solo tienes doce horas para sentirte miserable antes de que tu cerebro, y tu vida, vuelvan a entumecerse.

sábado, 20 de enero de 2018

Miénteme, yo ya estoy muerta.

Miénteme si quieres, Dios está durmiendo.
Abril no llegó, al menos no a éste mi cuaderno.
En el pasado ya dolió pero lo hizo en pleno invierno,
de ahí que el corazón se esconda o marche con lo puesto.

Mírame a la cara, miénteme si quieres, ya no importa.
Juguemos a los dados en mitad de la tormenta,
apostemos por el otro o perdamos los estribos.
Suframos como tontos para que tenga algo de sentido
seguir sintiendo, seguir cayendo hacia algún lado.

Miento si te miro y sonrío como antes.
Rezo porque mueras y cese la mentira,
amaine la tormenta, caigan las estrellas y aplasten,
aplacen toda esta angustia impotente ante un mundo
que sigue girando sin nosotros. Y todo se vuelva verdad.

¿Y si la arquitectura es una de más de tus mentiras?
¿Y si el boceto de mi mente absorta baila sobre papel mojado?
Y si lo supe desde el comienzo, por qué seguí jugando...
Quizá demasiado ebria para aceptar lo evidente,
quizá la inconsecuencia resultó más apetecible que la lógica,
quizá me apeteció probar la manzana prohibida porque tú me la ofrecías.

La inconsecuencia es virtud del mentiroso,
y fui yo quien firmó aquel contrato sin garantías.
Quería poner fin a mis días, oscuros y a tus noches frías,
a un patético destino apático, a nuestros delirios
de grandeza envueltos en un manto de muerte.
Tanto sufrimiento tonto, amianto en los cimientos.
Tanto llanto neonato poco sensato.
Tantos sentimientos que hacen trizas los adentros...

Quizá fui yo la primera que mintió, a sí misma.
Creyendo poder llenar medio cuerpo, reparar un alma.
Incendiar el bosque retorcido y plantar la simiente al alba.
Quizá la pretensión fue mi pecado,
creer poder ensamblar un cuerpo, replantar el huerto, revivir lo muerto.
Quizá nunca pude estar a la altura de ti... Sí, es cierto...

Sobre la cómoda, una nota:

''Miénteme si quieres, ya nada me importa. 
Abril no llegó, al menos a éste nuestro cuento.
En el pasado ya dolió y aunque cese esta tormenta,
lo siento, mi corazón, me he marchado con lo puesto''.


sábado, 6 de enero de 2018

Dios mío el puto arte, el mundo es maravilloso

Poco me hace sentir más vivo, más humano, más empático, más Cristian Johnny Rodríguez. Poco me emociona más, me hace ilusionarme, conmoverme, llorar.
Poco, muy poco, ha comprendido que son los humanos, qué son las historias, cómo deben ser contadas.
Son realmente pocos los que comprenden que para contar una historia no se necesita una premisa desternillante, superhéroes, universos cinematográficos, prosas de ensueño, giros de guión, personajes ''complejos'', series poco imaginativas.
Pocos son los animes que veo debido a la mediocridad del medio y muchísimos menos los que merecen ser destacados.
Por muy poco daría la vida por haber sido yo el creador de esa historia, de esos personajes, perdón, vidas.
Muy pero que muy pocos autores han conseguido tenerme con las uñas desgarrando la mesa del escritorio simplemente por ver a una familia pasear por la noche.
Muy pocos son capaces de retratar el bullying como lo que es, con sus miedos, la incapacidad de incluso los padres para enfrentarlo.


Cuánto me ha dado un simple dibujito chino de un chaval de instituto que juega al ajedrez japonés. Qué rabia no saber contar historias tan humanas, qué impotencia no saber transmitir tan bien... Y qué bien que exista el arte, qué bien que exista 3-Gatsu ni Lion para recordarme que sigo siendo empático, que a veces no es que yo sea un monstruo, simplemente soy humano y todo lo que ello conlleva.

Quiero seguir contando historias, quiero conmover, quiero conectar con las personas.




viernes, 15 de diciembre de 2017

Densidades

Una miríada de recuerdos desfilan en mi mente,
cada uno con una densidad aparentemente aleatoria,
cuyos números  fluctúan arriba y abajo, quedando unos indiferentes
y otros caen pesados uniéndose al sustrato, que es mi alma,
creando un parasitismo que me agota
y a su mismo tiempo certifica mi existencia.

Y cuánto pesas, me pregunto cada noche hasta que la masa
se vuelve más y más espesa y los números arden,
las estrellas brillan y tus sentencias se vuelven de muerte,
y tus casuales caricias se tiñen de señales de amor vivo.
Entonces la pregunta pierde su razón de ser
y vuelvo a ser presa de este juego del que parezco no aprender.
Sin embargo sigo repitiéndomela como un mantra
hasta que cae la mañana y mis párpados con ella.
Y qué sorpresa..., tú eres la onironauta que me sonríe desde las sombras.

Cuál será el volumen de tu cuerpo reservado
para este residente despistado.
Cuánto hay de mí en tus ojos, en tus entrañas,
en esa maraña que seduce y roba tu sueño.
Cuánto de mí hay en tus inseguridades,
en tus pesadillas, en el pecado que de ti es dueño.
No sé la respuesta pero rezo por tener la suficiente masa
para que orbiten alrededor de mí tus suspiros.

martes, 12 de diciembre de 2017

Palabras silenciadas

Dónde quedaron las malditas palabras,
¡y por qué callo tanto si me cuesta tan poco odiaros!
Bruja maldita que sellaste el verso
devuélveme las alas para que tenga sentido tanto drama.
Rehaz el hechizo.
Rehaz el hechizo, maldita, antes de que sea tarde
y la tarde de Abril arda, y la tarde de abril huya,
y la tarde abril caiga ante un invierno que solo murmulla.
Dónde estás maldita usurpadora
del don de gentes, del regalo arrebatado,
del arrebato amedrentado,
del amargo salobre de tus labios endulzados.
Arda en cal viva mi sino si es a tu lado,
mueran los lazos del destino en camino sepultado,
griten los susurros, canten los silencios
y lloren maldecidos caminantes sin camino.

jueves, 7 de diciembre de 2017

Repasemos el 2017

Sin pretender librarme de mi papel de pesimista crónico creo que no puedo negar que 2017 ha sido un gran año. Escribía esto en marzo de 2016:


Y hoy (spam incoming) estoy a un par de meses de publicar mi primer libro.

Dejando un poco de lado el narcisismo, este año también he conocido gente interesante. No, no te aventuras tan pronto, no estoy hablando de que mis habilidades sociales hayan mejorado, me refiero a personitas como Villeneuve, director de Blade Runner 2049, al bueno de García Márquez, he redescubierto a Paul Auster. También he tenido mi sesión de directores franceses pedantes y a esto se le han añadido algunos filósofos de esta nacionalidad. Y como siempre, ha habido una miríada de señoritos japoneses que han conseguido que se me caiga la baba con ellos, como por ejemplo el bueno de Satoshi Kon y el clásico Asano. Pero en general he consumido mucho menos arte que otros años. He escrito poco, casi no he visto cine, he leído menos de la mitad que el año anterior y por ende se puede deducir la falta de reflexión. Eso sí, he dormido el triple y he sido, en definitiva, un poquito más feliz.  
Escribía esta esta estrofa en septiembre:


Es septiembre y no encuentro mi libreta,
eso me asusta, nunca antes fulminaba tanto el tiempo
y lo odio, porque Mayo condena al solitario,
inminente, como el golpe inesperado que predice
mi presente, entumecido por un sueño aletargado
que se vuelve realidad y eso me aterra.

Y la verdad es que no he podido estar más acertado. Era septiembre, el año llegaba a su final, no había escrito casi nada en verano, se acercaba mayo y seguía (y sigo) más solo que la una y a todo esto había que añadir que me acababan de anunciar que iba a publicar el libro... ''Hola, soy Cristian Johnny, este año no he hecho absolutamente nada y Dios me bendice con la publicación de mi libro en el que la crítica (si es que llego a tener) me va a lapidar por la falta de nivel. ¿Y qué hago para solucionarlo? Nada, escribir una poesía lamentándome un poco y seguir vagueando''.
Quien me conoce ya sabe que la disciplina no es mi fuerte y que soy más inestable que un diseño de Calatrava. El quid de la cuestión es que voy a temporadas, durante unas semanas me presiono muchísimo para después desinflarme durante unos meses, el problema es, que este año, esas semanas han brillado por su ausencia.
Joder, si es que hasta en el ocio he fallado. No he superado mi marca en Overwatch,  league of legends solo lo he jugado el último mes. He probado titulazos como Breath of The wild, Night in the woods, Divinity original sin 2, Senua's sacrifice y no he completado ninguno. Gracias a Dios sí que he acabado Tacoma y Nier: Automata, pero como podéis ver, la lista no es muy amplia. Eso sí, qué risas me he echado jugando con los colegas, sobre todo echando unas pantallas partidas con mi cuñado al Digimon.

¿Y por qué he sido más feliz? He comido el doble de sushi, bebido el triple de vino y cerveza y creo que he batido el récord personal de horas dormidas, pasando de 5 o 6 horas diarias y algunos días sin dormir a llegar incluso a la desternillante cifra de 8 y hasta 9 horas, gracias a mi buen amigo Santi que me ha metido en su empresa y unos estudios que si bien no les he prestado atención, han dado muy buenos resultados. He ido de aventuras con mi hermana y mi cuñado, virando desde ser robados por cabras, pasando por casi ahogarme y acabando por ir por toda la ciudad con la alarma del coche pitando a las tantas de la noche. He conseguido sobrellevar mucho mejor mi agorafobia-depresión extraña, olvidando por meses enteros tomarme los antidepres. Eso sí, tengo la razón de que emocionalmente me he cerrado incluso más, sobre todo con los conocidos, pero, who cares? Si bien la lista de personas que me importan se va reduciendo a velocidades vertiginosas, he pasado muy buenas horas con Cris viendo pelis de animación y cerveceando, con Diego8 y su familia viviendo -así en general-, con mi hermana y mi cuñado que son un pack en mi vida, con Rafa y la chupipandi manqueando en el lol, con mis colegas de siempre haciendo locuras y compartiendo mis penas e incluso me he permitido alguna inesperada incorporación como el capitán Danija. Me he ''enamorado'' un par de veces, signo de que algo sigue latiendo debajo del pecho, la lista de ''madres de mis hijos'' sigue creciendo y eso, soñar es gratis. También he de decir que el hecho de que haya escrito poco no significa que no siga mejorando, de hecho me he centrado un poco más en mi blog donde hablo de arte y la verdad es que han salido textos interesantes.

En definitiva ha sido un gran año, sobre todo porque comienza mi carrera como escritor. Pero creo que esto debe servir como pretexto para esforzarme un poco más. Mi segunda novela casi está terminada y me gustaría publicar mi segundo y hasta tercer libro en 2018 y a esto hay que sumarle que, probablemente, para este año también entraré en la universidad o habré encontrado un puesto estable como administrativo. Supongo que mis deberes están bastante claros, repetir el 2017 y mejorarlo aunque sea un poquito. Dejar de comprar tantos libros, beber menos, abrirme más con la gente, dejar de ser tan precavido y desconfiado, enamorarme un poco más y seguir escribiendo como un cabrón. Por cierto Diego, sé que no vas a leer esto pero te lo repito una vez más: ¡Tú y yo vamos a hacer algo grande!


Feliz Navidad, felices fiestas y espero que vuestro año haya sido tan bueno como el mío e incluso mejor.


sábado, 18 de noviembre de 2017

Culpables

Tuve un sueño bastante extraño. Los cristales estaban esparcidos por un espacio donde no existía gravedad y tiempo. Cuando yo llegué ya estaban rotos, aunque siendo sincero, me cuesta demasiado recordarlo.

El tiempo se había detenido. El estatismo reinaba en aquel lugar vacío, probablemente su trono se encontraría al final de la escalera. No obstante era imposible saberlo, desde lo más bajo, por más que forzara mi vista lo único que lograba ver eran los peldaños que se alargaban infinitamente.
Quedarme parado me inquietaba, no moverme significaba mimetizarme con aquel espacio anacrónico y desaparecer, perderme en ese laberinto de un solo camino.
Avanzar era doloroso, no solo porque mis músculos entumecidos se sentían diez veces más pesados, sino porque los cristales desgarraban mi piel a cada paso. Pero se trataba de un dolor inmaterial, casi inexistente, invisible. Presentaba una oxímoron irresoluble, una trampa al intelecto.

Detrás de mí, gotas de sangre flotaban tiñendo los cristales de carmesí. Sin embargo bastaba con unos escalones más para que el camino recorrido se difuminara y acabara siendo engullido por una oscuridad azabache e inabarcable. Qué sentido tenía seguir avanzando. Por qué no simplemente sentarme y tratar de esperar inútilmente en un lugar en el que no fluye el tiempo.

Entonces me pregunté quién había tenido el mal gusto de abandonarme en un problema imposible de resolver. Quién había sido tan malicioso de desquebrajar los cristales y abandonarlos sobre el único camino. Quién podía ser tan macabro como para no darme más opción que avanzar sin ofrecerme meta alguna. Mientras seguía avanzando perdiendo cada vez más y más sangre, me preguntaba quién sería el culpable. Quién.