viernes, 9 de marzo de 2018

jueves, 1 de marzo de 2018

Pandemia

Quizá el ser humano está enfermo de desidia, unos se abandonan intelectualmente
y otros nos refugiamos en la cabeza mientras se pudre nuestro día a día.

lunes, 26 de febrero de 2018

La primera vez

La primera vez que se entumeció mi cerebro un pequeño explosivo detonó en lo más profundo de mi cráneo, en un punto casi imperceptible que justo se encontraba en el centro exacto de ese espacio tridimensional que es mi cabeza. Hasta ese momento nunca había tenido esa sensación aunque sí que me había sentido agotado. Muchas noches había permanecido diurno hasta las tantas de la madrugada, con con una maraña de pensamientos endebles manteniendo bien abiertas las puertas de mi alma, sin embargo, aunque vagos, los pensamientos seguían acechando, y ese hombrecillo en miniatura que se balanceaba sobre el pabellón de mi oreja, seguía murmurando extravagancias. Qué maravilla y vil ingeniería orgánica se encontraría dentro de mi cuerpo, capaz de procesar tanta información en balde. Un diseño tan perfecto que, por desgracia, no incluye botón de pagado, reinicio o formateo.
Por eso la primera vez que toda la maquinaria se detuvo, nada volvió volvió a ser igual. La arena se alargó infinitamente paralela la costa, las luces coqueteaban con la atmósfera, las estrellas tiritaban sobre la superficie del mar, el viento susurraba canciones de muerte y la noche se volvió tan apetitosa que quedé prendado de ella. El miedo se disolvió entre tanta inconsecuencia y la única preocupación era, literalmente, alcanzar el cielo con las manos, nadar hasta la línea donde se besan el mar y las estrellas. Comencé a llorar, y cuando intenté recordar la razón de mi llanto ya la había olvidado, y cuando trataba de recordar que la había olvidado, también esa idea se había esfumado de mi espiritada memoria. Entonces reí como antes, lloré como después y me quedé totalmente desprotegido ante una esencia que crepitaba consumiéndose. ''Y si esas estrellas que son diez veces más grandes que la tierra no son conscientes de sí mismas, por qué demonios ha de hacerlo el ser humano, envuelto en esa asquerosa condescendencia y ese narcisismo que nace cuando nos reconocemos a nosotros mismos'' -le pregunté a Dios ocioso-. A pesar de que respondía, olvidé todo a los cinco segundos y reí cinco veces más alto para que el aire vibrara más tiempo y así al menos poder recordar durante ese breve lapso de tiempo que quizá estaba riendo de menos.

La primera vez fue mágica, la segunda nostálgica, la tercera agónica y cuando quise darme cuenta había tentado a la muerte mil y una veces. Día tras día ese lúgubre ritual perdió su razón de ser. Poco a poco la surrealidad fue volviéndose una realidad pura. Una suerte de Sancho Panza que es atraído por la muerte solitaria cuando ésta se muestra desnuda ante sus ojos. Qué ingeniero lamentable, regalándole a la vida una máquina tan imperfecta, regalándole a la tierra la relación entre el día y la noche, regalándole a la fugacidad la condena de la rutina.
Y cuando en el país del sol naciente los halos de luz comienzan a filtrarse entre las ventanas de los edificios más altos, en los aviones, los rascacielos, y el camino comienza a clarear, te sientes solo, derrotado y casi arrepentido de haber sorteado a la muerte. Te recoges a ti mismo envolviéndote en un manto de vergüenza y cinismo porque sabes que solo tienes doce horas para sentirte miserable antes de que tu cerebro, y tu vida, vuelvan a entumecerse.

sábado, 20 de enero de 2018

Miénteme, yo ya estoy muerta.

Miénteme si quieres, Dios está durmiendo.
Abril no llegó, al menos no a éste mi cuaderno.
En el pasado ya dolió pero lo hizo en pleno invierno,
de ahí que el corazón se esconda o marche con lo puesto.

Mírame a la cara, miénteme si quieres, ya no importa.
Juguemos a los dados en mitad de la tormenta,
apostemos por el otro o perdamos los estribos.
Suframos como tontos para que tenga algo de sentido
seguir sintiendo, seguir cayendo hacia algún lado.

Miento si te miro y sonrío como antes.
Rezo porque mueras y cese la mentira,
amaine la tormenta, caigan las estrellas y aplasten,
aplacen toda esta angustia impotente ante un mundo
que sigue girando sin nosotros. Y todo se vuelva verdad.

¿Y si la arquitectura es una de más de tus mentiras?
¿Y si el boceto de mi mente absorta baila sobre papel mojado?
Y si lo supe desde el comienzo, por qué seguí jugando...
Quizá demasiado ebria para aceptar lo evidente,
quizá la inconsecuencia resultó más apetecible que la lógica,
quizá me apeteció probar la manzana prohibida porque tú me la ofrecías.

La inconsecuencia es virtud del mentiroso,
y fui yo quien firmó aquel contrato sin garantías.
Quería poner fin a mis días, oscuros y a tus noches frías,
a un patético destino apático, a nuestros delirios
de grandeza envueltos en un manto de muerte.
Tanto sufrimiento tonto, amianto en los cimientos.
Tanto llanto neonato poco sensato.
Tantos sentimientos que hacen trizas los adentros...

Quizá fui yo la primera que mintió, a sí misma.
Creyendo poder llenar medio cuerpo, reparar un alma.
Incendiar el bosque retorcido y plantar la simiente al alba.
Quizá la pretensión fue mi pecado,
creer poder ensamblar un cuerpo, replantar el huerto, revivir lo muerto.
Quizá nunca pude estar a la altura de ti... Sí, es cierto...

Sobre la cómoda, una nota:

''Miénteme si quieres, ya nada me importa. 
Abril no llegó, al menos a éste nuestro cuento.
En el pasado ya dolió y aunque cese esta tormenta,
lo siento, mi corazón, me he marchado con lo puesto''.


sábado, 6 de enero de 2018

Dios mío el puto arte, el mundo es maravilloso

Poco me hace sentir más vivo, más humano, más empático, más Cristian Johnny Rodríguez. Poco me emociona más, me hace ilusionarme, conmoverme, llorar.
Poco, muy poco, ha comprendido que son los humanos, qué son las historias, cómo deben ser contadas.
Son realmente pocos los que comprenden que para contar una historia no se necesita una premisa desternillante, superhéroes, universos cinematográficos, prosas de ensueño, giros de guión, personajes ''complejos'', series poco imaginativas.
Pocos son los animes que veo debido a la mediocridad del medio y muchísimos menos los que merecen ser destacados.
Por muy poco daría la vida por haber sido yo el creador de esa historia, de esos personajes, perdón, vidas.
Muy pero que muy pocos autores han conseguido tenerme con las uñas desgarrando la mesa del escritorio simplemente por ver a una familia pasear por la noche.
Muy pocos son capaces de retratar el bullying como lo que es, con sus miedos, la incapacidad de incluso los padres para enfrentarlo.


Cuánto me ha dado un simple dibujito chino de un chaval de instituto que juega al ajedrez japonés. Qué rabia no saber contar historias tan humanas, qué impotencia no saber transmitir tan bien... Y qué bien que exista el arte, qué bien que exista 3-Gatsu ni Lion para recordarme que sigo siendo empático, que a veces no es que yo sea un monstruo, simplemente soy humano y todo lo que ello conlleva.

Quiero seguir contando historias, quiero conmover, quiero conectar con las personas.




viernes, 15 de diciembre de 2017

Densidades

Una miríada de recuerdos desfilan en mi mente,
cada uno con una densidad aparentemente aleatoria,
cuyos números  fluctúan arriba y abajo, quedando unos indiferentes
y otros caen pesados uniéndose al sustrato, que es mi alma,
creando un parasitismo que me agota
y a su mismo tiempo certifica mi existencia.

Y cuánto pesas, me pregunto cada noche hasta que la masa
se vuelve más y más espesa y los números arden,
las estrellas brillan y tus sentencias se vuelven de muerte,
y tus casuales caricias se tiñen de señales de amor vivo.
Entonces la pregunta pierde su razón de ser
y vuelvo a ser presa de este juego del que parezco no aprender.
Sin embargo sigo repitiéndomela como un mantra
hasta que cae la mañana y mis párpados con ella.
Y qué sorpresa..., tú eres la onironauta que me sonríe desde las sombras.

Cuál será el volumen de tu cuerpo reservado
para este residente despistado.
Cuánto hay de mí en tus ojos, en tus entrañas,
en esa maraña que seduce y roba tu sueño.
Cuánto de mí hay en tus inseguridades,
en tus pesadillas, en el pecado que de ti es dueño.
No sé la respuesta pero rezo por tener la suficiente masa
para que orbiten alrededor de mí tus suspiros.

martes, 12 de diciembre de 2017

Palabras silenciadas

Dónde quedaron las malditas palabras,
¡y por qué callo tanto si me cuesta tan poco odiaros!
Bruja maldita que sellaste el verso
devuélveme las alas para que tenga sentido tanto drama.
Rehaz el hechizo.
Rehaz el hechizo, maldita, antes de que sea tarde
y la tarde de Abril arda, y la tarde de abril huya,
y la tarde abril caiga ante un invierno que solo murmulla.
Dónde estás maldita usurpadora
del don de gentes, del regalo arrebatado,
del arrebato amedrentado,
del amargo salobre de tus labios endulzados.
Arda en cal viva mi sino si es a tu lado,
mueran los lazos del destino en camino sepultado,
griten los susurros, canten los silencios
y lloren maldecidos caminantes sin camino.