Hay muy poco que yo pueda decir de una película estrenada en 1946. Sobre ella se han escrito galaxias de tinta, y más aún cuando fue la ganadora de nada más y nada menos que 8 Oscar.
Quizá un breve apunte que puedo hacer hoy en día, que casi automáticamente se vuelve insulso por la obviedad, es que algunos ''ismos'' cambian tanto las reglas del juego y la percepción social de sí misma, que hasta un personaje como Marie Derry que está descrita como una mujer frívola, materialista e incluso vil, ahora parece ser la única mujer en esta película con voz propia.
Pero insisto, solo lo nombro como una curiosidad, tildar a una película de 1946 de machista es como decir que el fuego arde, solo lo recalco como curiosidad.
Pero insisto, solo lo nombro como una curiosidad, tildar a una película de 1946 de machista es como decir que el fuego arde, solo lo recalco como curiosidad.
Habiéndole dado el primer, y único palo que va a recibir en este texto, vamos al lío.
Decía André Malraux en La condición humana:
No se posesiona uno de un ser, sino de lo que cambia en él {...}. Se oye la voz de los demás con los oídos: la de uno mismo, con la garganta {...}. Pero yo, para mí, por la garganta, ¿qué soy? Una especie de afirmación absoluta, de afirmación de loco: una intensidad más grande que la de todo el resto. Para los demás, yo soy lo que he hecho. Sólo soy May (su pareja) no era lo que había hecho; solo para él, ella era otra cosa completamente distinta de su biografía. El abrazo, mediante el cual el amor mantiene a los seres unidos el uno al otro contra la soledad, no era al hombre al que proporcionaba su ayuda; era al loco, al monstruo incomparable, preferible a todo, que todo ser es para sí mismo y al que elige en contra de su corazón {...}.Los hombres no son mis semejantes; son los que me ven y me juzgan; mis semejantes son aquellos que me aman y no me miran; los que me aman contra todo; los que me aman contra la decadencia, contra la bajeza, contra la traición; a mí y no lo que yo haya hecho o haga; {...}.
Quiero destacar la frase ''no se posiciona uno de un ser, sino de lo que cambia en él''. Volver de la segunda guerra mundial y reencontrarte con tu familia debe ser terrorífico. En ocasiones nos aterra el estatismo, el ''no voy a cambiar'', el ''les estoy decepcionando, el ''soy un monstruo y no soy capaz de mejorar''. En otras ocasiones lo que nos horroriza es el cambio, el ''no me van a reconocer'', el ''les voy a decepcionar'', el ''ya no me voy a poder adaptar'', el ''ya no me van a reconocer'' o incluso el ''vamos a estar totalmente desconectados''. Y lo cierto, es que la misma respuesta también nos la da André Malraux cuando nos dice que nuestros semejantes son los que nos aman contra todo, los que nos aprecian a nosotros y no a nuestros actos.
La película no me ha parecido la gran cosa pero al menos me ha servido como excusa para citar a Malraux.