por la llama de un sol oscuro.
Con una guadaña en mano
y una balanza en su pecho,
judgará nuestra efímera existencia
mientras ríe, si no llora.
Mi vida danza en sus inexistentes pupilas
mientras cuerpo arde mi inmolada alma.
Mi juicio será o es; mi juicio es y será.
No sentencia mi vida, sino el camino recorrido;
su criterio: la maldad residente en un corazón
podrido, muerto, descuartizado y devorado
por el tiempo que no fluye, mata.
Mi único equipaje es el pecado cometido,
que no es poco; y corroe mis huesos
de los cuales carezco.
Me declaro culpable ante su sonrisa
la cual desprende mis secretos y males.
Mi sangre perfila su filo,
mi sentencia ha sido sellada.
Me despierto sobresaltado y acto seguido palpo todas las partes de mi cuerpo. Mi corazón late rápidamente y mi cuerpo desprende calor. Sin duda, estoy vivo.
Me invade el miedo y mi rostro se vuelve pálido. Pienso en la muerte y su juicio. Ella conoce todos mis secretos y pecados; pero no es la única. Soy yo el dueño de mis actos y mi vida, me conozco mejor que nadie y soy capaz de judgarme a mí mismo.
Mi juicio es, mi juicio será.
Recojo mi equipaje y prosigo mi camino.
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