sábado, 27 de julio de 2013

Juguemos a un juego

Vamos a jugar a un juego donde tú eres la dama y yo el caballero. Danzas entre tus grandes jardines mientras yo te oteo desde el ajimez. Juguemos a un juego donde mis ojos perfilan cada centímetro de tu perfecto cuerpo. Esas manos tuyas que al algodón no envidian, incapaces de sostener nada pues no hacen más que acariciar. Menesteroso soy  de tus caricias,  como esas flores que te imbuyen con su fragancia y te impregnan de un aroma cálido y seductor. Tus bonitas piernas que danzan sobre el aire mientras éste alza tu vestido y hace que parezcas esa hoja del árbol que cae con elegancia y sutilidad.  El viento es tu compañero y juega con tu sedoso cabello. Maldito ente espiritado capaz de gozar de ti en cada momento... Pensar que roza tus turgentes y delicados senos mientras yo simplemente ejerzo el papel de observador.
En verdad eres dama cuando tomas el café por las tardes. Sentada en un sillón oscuro,mientras sujetas tu jícara con un guante blanco , me  miras, y mis ojos se funden con la elegancia que desprendes. Tu cabello recogido deja ver tu mirada tan fina y penetrante. Sin una palabra eres capaz de matarme. Sin embargo lo que más admiro de ti son tus labios, tan finos que cortan, tan rojos que queman, tan perfectos que murmuran la imperfección.
Vamos a jugar a un juego, donde yo soy el caballero que tú admiras desde el silencio, y las cadenas que tú misma te impones te inmolan. Sabes que no existe joya capaz de brillar más que tú. Me observas en silencio esperando a que yo alza mi voz en tu nombre y te libere. Pero sabes que no sucederá pues no soy capaz de poseer tan suculenta joya entre mis manos pues tú nunca me darás tan lujurioso placer.
Vamos a jugar a un juego donde ninguno de nosotros dos pierda, simplemente quiero besar tus cálidos labios en cada amanecer.
Quizá sea el único que jamás jugaría contigo, pues tú no eres el espectáculo que deleite a los bufones. Déjame aunque sea por un solo segundo compartir un juego contigo, donde tú eres la dama y yo el caballero.
Déjame llevarte en mi caballo blanco hasta algún lugar incógnito donde te pueda abrazar tanto tiempo como la muerte nos permita. Déjame enseñarte el mundo que te ha sido confiscado simplemente por ser la estrella de una corona de espinas. Fundamos nuestro cuerpo cada noche  y que la luna nos envidie. Déjame enseñarte qué es el amor y qué se siente al ser una dama. Juguemos a un juego en un mundo donde solo existamos tú yo, pues tú eres la dama y yo el caballero.

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