martes, 15 de agosto de 2017

La madurez del alma

La justicia es falsa, la muerte poética,
el alma raquítica ante la pérdida
inminente, como la espera de Dios.

Suena una alarma irrelevante,
escéptico cadáver imprudente no cree
en el mori memento -ley divina-,
mentira prudente -oscuridad mortecina-,
dolor versado en los anales de la historia
traduce: cínica sorpresa impredecible.

Muerte: la única certeza inevitable,
la esencia que precede la existencia.
La muerte elige al hombre,  don definitorio.
El hombre es acto, el hombre es muerte. ¡Qué fue él
sino mi hermano, sino escarmiento y lucidez,
sino  aproximación al ser y la conciencia!
Qué ser..., y qué conciencia..., malditos harapos,
destruyen la virtud infante,  voz de dios.
Pero todo enmudece, el dolor caduca,
al fin al cabo el humano es muerte
y consciente de sí mismo, se evapora.

El rayo no cesa. Animal vulnerable
lame sus heridas con pereza merecida,
demasiados pecados y poco capital.
Construir sobre mojado resulta tan fácil
que la vida se me antoja innecesaria.
Qué asequible resulta la tierra baldía,
es tan barato un bien irrecuperable
y edificamos mierda sobre los cimientos.

El hombre está condenado a ser libre,
la muerte impredecible dicta sentencia.


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