Maricón:
Lo he visto, he visto a un hombre envuelto en una ira que me hizo temblar,
sus músculos se tensaban y las venas se marcaban en su cuello,
cómo el degüello era lo único que vislumbraba,
cómo apartaba a todos a golpes y patadas,
cómo arremetía, totalmente ciego contra el mundo.
Envuelto en una oscuridad mórbida, ranqueante,
herido de muerte, dispuesto a herir de muerte,
como una presa arrinconada entre espada y espada,
aplastando a los suyos y a todos los que sobre el mundo hemos construido,
quemando los cimientos del universo,
estrangulando a la esperanza hasta hacerla vomitar su propio intestino.
He visto a un hombre llamar a otro maricón con el odio suficiente para masascrar civilizaciones enteras, para violar, para torturar, para acabar con hasta el último hálito de vida y esperanza sobre este planeta y otros cercanos.
He visto la mirada que tenía el hombre que fusiló a Lorca, he visto esa mirada un 28 de octubre de 2023.
Estaba totalmente solo, entre las tinieblas perdido
siguiendo silvidos lejanos en bano mirando a los lados,
cediendo, tiritando, midiendo el segundo
y en tanto en pozo los vientos lejanos trajeron
los miedos perdidos de tiempos antaños.
Temblaban mis manos perdían los rumbos
y el frío, y a tientas, antojaba la muerte.
Y entre las tinieblas tendieron sus manos,
palpando la roca tejían perenne,
tensaban la cuerda, bajaron los puentes,
me cuidaron como a un hijo y nada pidieron,
perdieron el tiempo y no la esperanza
escribieron los cuentos, trajeron templanza,
poniendo su vida en juego a cambio de nada,
sin peso en la balanza sonreían cada día
a pesar de las tormentas, sin ninguna alabanza
me sacudieron del frío y unimos los dedos.
Inextricable red de vida.
Inexplicable lección de reinas
de seres de ensueño que no existen,
de valores perdidos que parece que resisten
y hacen decir al hombre que resisten,
que creen, que confían, que regalan,
que hay que conservar el mundo,
que hay que escribir en el cuaderno,
que no hay dueños, solo esperanza,
aprendimos del duelo y de cada matanza,
que el frío de invierno, que el mal que desgasta
son males de cientos, no toda la raza,
que mira esos vientos, que traen esperanza.
Gracias a los que hacéis que merezca la pena.