viernes, 1 de julio de 2016

Nubes desde el tren.

Nubes desde el tren.

Hoy las nubes quieren ser humo.
No conformes con cincelar el cielo,
no conformes siendo agua, gas o hielo;
hoy las nubes quieren ser humo.
Despedazándose, martirizándose incluso,
juegan a retorcerse en una espiral ascendente sin fin.

Y con el rugido que esta máquina infernal emite,
embriagándolas del vapor propio de su propio cuerpo,
puedo afirmar sin ningún miedo, sea por velocidad o perspectiva,
que las nubes engañan a los ojos; sí, esas esponjosas pecaminosas
que, cuando se les pregunta la incógnita lacerante, lloran.,
y no contentas con jugar en esta carrera donde arquitecto oculta el ánima,
se envuelven en su manto sereno donde no engañan solamente al ojo,
donde el fruto de sus banalidades reside en estas páginas
haciéndome caer en la locura pues no sé quién se desplaza,
ya sea fuerza, virtud o viento; tenebrosa oscuridad si miento;
compasión de la sabiduría o de la inocencia escarmiento.
Será locura, delírium trémens o el renacimiento.

Hoy las nubes quieren ser humo...
o quizá y solo quizá, el humo juega a ser nube.

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