sábado, 17 de diciembre de 2016

Lo supe desde que te conocí

Supe que se volvería perfecta,
que solo era cuestión de tiempo,
que su tarde de Abril llegaría
y florecería.

Supe que yo me rompería
todavía más.
Que solo era el comienzo de un final programado.
Fuiste mi analgésico, mi límite, mi trono destronado.
Que nadie me creería si dijera que no quería hacerte daño.

Supe que traicionaría a esa criatura bella,
y no me oculté, hoy cargo con el oprobio,
con la sentencia justa, con todo este titánico peso
que indiferente a mi súplica retorna,
se replica en la noche y me sumerge en un mar de dudas y calamidades.
Pero siempre supe que tu Abril llegaría
y que cuando llegase, yo ya no estaría.

Supe que tu amor se volvería codicioso,
que ocioso encontraría en unos y otros
aquello que en el mío nunca hubo ni ha habido,
y que víctima de mi propio desprecio
arderían mis celos y gemiría envuelto en un llanto
que solo el más triste hombre ha escuchado.

Supe que el momento  llegaba, que cruzarías la línea,
que cada vez me alejaba más de la sombra que tú amabas
y que el punto de no retorno marcaba las nueve de esa misma mañana.

Supe que al final desistirías, que soy irreparable,
que te estaba contaminando.
Que podrías volver a amar
y que alguien bueno besaría tu sonrisa.

Y si lo supe todo desde el comienzo, ¿por qué demonios duele tanto?

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