Le miré a sus seis ojos y le pedí que pasar me dejara,
que más allá de esas puertas se encontraba el amor del que Dioses se apiadan,
mas él, escrudiñando a través de mi mirada, descubrió la añagaza
y dijo: hijo mío pasa, pues no hay razón para hacer esperar a quien sus penas no aplaza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario