jueves, 22 de abril de 2021

Hablemos sobre mi muerte

A veces pienso en mi propia muerte. No entiendo muy bien de dónde viene el estímulo que provoca esa reacción. Sion Sono decía que hay miles de balas recorriendo la ciudad y es casi una improbabilidad estadística que no te golpee ninguna. Hay cientos de miles de millones de balas alrededor de esta ciudad y a mí me golpean todas. Podrían desgarrar mi piel, pulverizar mis huesos y destrozar mis órganos pero se limitan a golpearme y dejarme aturdido. Recuerdo que en Resistance había un arma con la que te podían marcar con el disparo secundario y provocaba que todas las balas impactaran en ese punto. Hay un hijo de la grandísima puta que me ha marcado. Estoy seguro que hay alguien en esta maldita ciudad que me quiere muerto, sé que me observa, está ahí, me ve cuando me masturbo viendo atrocidades o cuando como desesperadamente. Hay por ahí un cabrón que lo sabe absolutamente todo sobre mí, que conoce que soy despreciable, inhumano, detestable; y a sabiendas de todo ello, simplemente quiere que desaparezca. Lo que no entiendo es por qué no llegó antes, por qué no llegó incluso antes de que tuviera un sistema nervioso, antes de que cada puto golpe consecutivo duela más que el anterior.

Y da igual lo que se haga, lo he probado todo, he recurrido a médicos y curanderos, sabios y no tan cuerdos, alumnos y maestros; y nada. Lo mío no tiene cura. Ni siquiera el puto Nuevo Testamento es capaz de salvar mi alma. Lo que no entiendo es por qué el puto Dios me tortura antes, durante y después de vivir. Por qué se regocija viéndome retorcerme en mi propia sangre para que, después de mi muerte, el ******** me vuelva a condenar. Como si no fuera suficiente darme un cuerpo y una mente corrompidos, defectuosos, irremplazables. ¿Qué quieres demostrar? No lo entiendo. Me enseñaron que es bueno, piadoso, que ama y es amado. Y lo leo, lo vuelvo a leer y cada vez me gusta más. Quizá simplemente quiero amar y ser amado. No quiero nada más, métete los libros por el culo, quédate con la puta oficina, comanda el puto Spunich, quédate con mis amigos y todo lo que necesites. ¿Mi madre? Para ti. ¿Mi hermana? Tuya. Todo. Realmente te lo ofrezco absolutamente todo a cambio de pasar un solo año sin pensar en mi propia muerte.



No hay comentarios:

Publicar un comentario